Discurso Catalina y Soledad Luca de Tena
Llevar el apellido de una figura como nuestro bisabuelo y ejercer como presidenta-editora y vicepresidenta de ABC condiciona mucho; porque siempre, lo quieras o no, su figura y su obra aparecen de manera determinante. Para los miembros de su generación, entre los que estaban las grandes figuras del 98, el fundador de Blanco y Negro y ABC era sencillamente don Torcuato. A nuestro padre, lógicamente, siempre le oímos hablar del abuelo. Y para la generación de sus bisnietos, al igual que para todos los que trabajan en la Casa, es sencillamente el Fundador. Condiciona esta responsabilidad porque la biografía de don Torcuato es una mezcla de pasión periodística y entrega absoluta a los más altos intereses de España. Y en ese camino queremos seguirle cada día.
Contemplar desde la altura de 2011 la empresa periodística que creó y mantuvo con tanto ardor profesional como sentido empresarial es algo que emociona y sorprende. Que un adolescente de catorce años, llegado de Sevilla a Madrid para estudiar el Bachillerato, se interese por el mundo periodístico llega a asombrar teniendo en cuenta que no hay en su círculo familiar precedentes periodísticos. Sí, empresariales. Por eso llama la atención que en sus viajes promocionales por Europa de los intereses de su familia sevillana, siempre se detenga a visitar los grandes periódicos y revistas y los distintos sistemas de impresión europeos. Cuando la célebre reunión en el madrileño Círculo de Bellas Artes con artistas del momento, él es el que apuesta por una revista eminentemente gráfica con textos marcadamente literarios y el que conmina a esos jóvenes creadores a que se embarquen con él en la maravillosa aventura que fue Blanco y Negro. Hoy, el Museo ABC puede mostrar en Madrid la deslumbrante colección artística que nació de aquella idea.
Del éxito de Blanco y Negro pudo engendrar su gran sueño: crear ABC, un periódico de tirada nacional, profundamente liberal, defensor de la Monarquía democrática y de la unidad de España, respetuoso con las instituciones y la voluntad popular, que aglutinase las mejores firmas sin importarle su adscripción política y siempre pendiente de los más modernos métodos de impresión. Todo ello a mayor deleite de sus lectores.
Nos llena de orgullo que ciento ocho años después de aquella aventura periodística, magníficamente pensada, ABC siga con la misma ilusión que el primer día, sorteando problemas y vicisitudes, ni mayores ni peores que a los que tuvo que enfrentarse a lo largo del convulso siglo XX.
Saber que ABC sigue su marcha compaginando sus ediciones con los más modernos métodos de difusión es lo que nos anima a continuar en la lucha para seguir manteniendo vivo lo que tantas veces hemos oído alabar en nuestro entorno: el espíritu de don Torcuato.