El Premio Simón de Rojas Clemente ha llegado este año a su décima edición, un hito importante para este galardón del mundo agrario andaluz, que se ha ganado el prestigio gracias al acierto en la elección de los diez nombres que configuran hasta ahora su palmarés. Así lo ha destacado José Luis García Palacios, presidente de la Fundación Caja Rural del Sur, institución co-organizadora, junto a ABC, de estos premios, que toman su nombre del botánico Simón de Rojas Clemente.

La Familia Loring, José Cabrera, José Humanes, José Bohórquez Mora-Figueroa, Luis Pereira, Enrique Maciá, Álvaro Domecq, Isidoro Millas, José Gandía y en esta décima edición, Arturo Candau Vorcy, forman la relación de premiados en esta primera década, por «sus trayectorias excelentes y su acierto en la gestión» de explotaciones agrícolas o ganaderas.

Un empresario agrario «por vocación y por formación», así ha definido el director de ABC de Sevilla, Álvaro Ybarra, a Arturo Candau Vorcy, que ha recibido el X Premio Simón de Rojas de manos de la presidenta editora de ABC, Catalina Luca de Tena, y el viceconsejero de Agricultura y Desarrollo Rural de la Junta de Andalucía, Ricardo Domínguez García-Baquero.

El galardonado ha estado arropado por su familia, encabezada por su esposa, Marta del Cid, y por numerosos amigos, durante un acto celebrado en la Casa de ABC, al que han asistido representantes del mundo agrario empresarial y profesional andaluz.

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El director de ABC de Sevilla ha hecho un recorrido por la trayectoria del empresario «sevillano y sevillista» Arturo Candau, quien antes de hacerse cargo de la explotación familiar, la finca de olivar «La Vigía», se formó como ingeniero técnico agrícola en el Contijo del Cuarto y también fue alumno de la primera promoción del Instituto Internacional San Telmo.

«Arturo Candau ha desarrollado un continuo esfuerzo para no ser simplemente un propietario, sino un profesional del campo», ha subrayado Álvaro Ybarra del agricultor sevillano, que comparte la gestión de las explotaciones familiares con sus hermanos.

Uno de los grandes innovadores en el cultivo del olivo -fue pionero en la introducción del riego por goteo-, Arturo Candau también formó parte, en el año 1977, del grupo de fundadores de Asaga Sevilla, la organización agraria origen de la actual Asaja.

«Su empeño profesional no se ha parado en la producción, sino que ha dado un paso más, desarrollando un proceso industrial para el entamado y clasificación de la aceituna de mesa, para poderla defender mejor en el mercado», ha señalado el director de ABC de Sevilla. Este avance ha desembocado en la creación de un molino de aceite propio, donde procesa su aceituna y además envasa su aceite bajo la marca «Aceites Candau».

Candau Vorcy ha agradecido el premio con un discurso plagado de anécdotas de toda su vida, desde su nacimiento el 9 de junio de 1944. «Tuve la suerte de nacer en una familia católica, sevillana y de labradores», ha destacado en el arranque de la historia de su vida, que ha comparado con el viaje de un tren.

El agricultor ha recordado cuándo, siendo aún estudiante, conoció a su mujer, Marta del Cid, «una rubia guapísima», a la que montó en su «amotillo mobilette». Con ella ha tenido seis hijos, alguno de los cuales participa ya en la gestión de la empresa familiar.

Según su relato, con 22 años, su hermano Juan le dió «la alternativa en el mundo del campo», cuando le ofreció llevar «La Vigía», la finca de 180 hectáreas de secano que la familia tenía en Morón«un viejo olivar que ya empezaba a dar poca producción».

Durante estos años su gestión se ha enfocado a cambiar radicalmente los sistemas de trabajo de la explotación, como la poda y el laboreo, lo que le ha permitido pasar de 350.000 kilos de producción a 5 millones de kilos.

El colofón de su relato lo ha dedicado a destacar los cuatro elementos con los que ha contado para realizar su trabajo: «250 gramos de fuerza que nos da el cielo con el lobby de la familia que tenemos montado; 250 gramos de todos mis colaboradores, amigos y profesionales, que incondicionalmente me han acompañado; 250 gramos de confianza, cariño y ánimos que me dieron mis hermanos en estos años; y 250 gramos de empuje, coraje y amor que me han dado todos mis hijos. Y como envoltorio de lujo, la confianza, comprensión y gran cariño de Marta, a la que subí a la amotillo, después al tren y formamos una familia de seis hijos, cuatro nueras y nueve nietos».