Un nuevo caso de cáncer de mama es detectado en el mundo cada 30 segundos; 27.000 en España el año pasado, 4.000 de ellos en la Comunitat Valenciana. Sin embargo, aunque estas cifras parezcan alarmantes, la mortalidad de la enfermedad ha descendido considerablemente en los últimos años. Con el objetivo de conmemorar el Día Mundial del Cáncer de Mama LAS PROVINCIAS ha reunido en una mesa de expertos a la considerada como la mejor oncóloga de España, la valenciana Ana Luch, además de otros oncólogos, psicooncólogos, especialistas y pacientes para debatir sobre la incidencia que los diagnósticos, tratamientos y consecuencias de esta enfermedad tiene sobre las pacientes.

Ana Lluch, catedrática emérita de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valencia y Responsable del Area de Investigación de cáncer de mama del Incliva, abrió el debate señalando que gracias a la detección precoz, la investigación y los diversos tratamientos se ha reducido considerablemente la mortalidad en los casos de cáncer de mama y animó a todas las mujeres a utilizar los programas de diagnóstico precoz así como a acudir al circuito rápido oncológico ante el menor indicio de la enfermedad.

«Contamos con un circuito rápido oncológico al que pueden acudir todas las mujeres que se observen alguna alteración. A partir de los 45 años tienes un control pero hay que señalar que las jóvenes no están desamparadas» señalaba la doctora Lluch, y añadió que «una vez detectada la anomalía se acude al médico de cabecera y este lo deriva al circuito rápido oncológico donde es atendida en las 48-72 horas siguientes. Tenemos que incidir en la importancia de la autoexploración mamaria y en la detección precoz ya que hoy en día el cáncer de mama es uno de los que mayoritariamente se curan o tener una larga esperanza de vida».

Ana Lluch explicó la importancia en esos momentos de empoderar a la mujer y las animó a «no dejar su estilo de vida, a perder el miedo a la palabra cáncer porque gracias a la investigación y los tratamientos cada vez más personalizados hay un gran descenso de la mortalidad».

A lo largo del debate, los presentes coincidieron en señalar que las mujeres de la Comunitat Valenciana tienen mucha suerte, ya que nuestra sanidad pública cuenta con programas de diagnóstico precoz desde 1992, que controlan a mujeres de 45 a 65 años, y al que acuden el 70% de las mujeres que están en este rango de edad. De la importancia de acudir a estos programas habló Pepa Ibáñez Cabanell, jefa de sección del Plan Oncológico de la Conselleria de Sanitat Universal i Salut Pública, quien explicó que así como la Unión Europea recomienda realizar las exploraciones a partir de los 50 años, en la Comunitat se hacen desde los 45. «Desde su puesta en marcha en la Comunitat se han realizado más de 3.300.000 mamografías. El año pasado acudieron más de 250.000 mujeres y se detectaron 1.000 cánceres. Actualmente, se ha conseguido que con la diagnóstico precoz y los tratamientos se haya reducido la mortalidad un 23%. Cada vez hay más supervivientes y a ellas se les debe también prestar atención», explicaba Ibáñez, quien apuntaba a lo dicho por la doctora Lluch que «las mujeres jóvenes no están desamparadas en la detección precoz gracias a la existencia de ese servicio rápido de oncología ya que, de momento, las recomendaciones para los grupos de riesgo se basan en los beneficios adversos, por lo que no se contempla el cribado poblacional en las edades más jóvenes, donde no se dan las condiciones de detección idóneas y pueden llevar casos a error. Además, existe otro programa en el que entran aquellas que, por susceptibilidad, pueden desarrollarlo y son atendidas por un equipo multidisciplinar».

Los expertos señalaron la importancia de que sea un equipo multidisciplinar el encargado de tratar este tipo de cáncer y debatieron tanto sobre el tiempo que se tarda en llevarlo a cabo, como de la importancia de la comunicación y la información que debe tener la paciente.

«Me diagnosticaron el cáncer de mama con 34 años. Recuerdo que el tiempo pasaba muy lento y yo sólo quería que me curaran rápido. Me hacían pruebas y más pruebas pero no empezaban el tratamiento», explicaba Natacha López, paciente, atleta y entrenadora nacional, «con el tiempo he entendido el porqué de ese tiempo de espera», añadía.

«Cada caso es diferente y hay que orientarlo bien. Se debe realizar un correcto diagnóstico del tipo de cáncer, conocer bien el tumor, plantear una estrategia multidisciplinar y eso lleva tiempo. Este es el momento de acertar. Un cáncer no es un infarto y la espera es necesaria para hacer lo correcto», explicaba el doctor Ángel Guerrero, médico adjunto del servicio de Oncología Médica de la Fundación Instituto Valenciano de Oncología, que además añadía el hecho de que «la Comunitat es una de las que más rápido incorpora las innovaciones tecnológicas».

Ese tiempo de espera necesario es visto por las mujeres como «algo que pasa muy lento y esto es debido a que el diagnóstico de la enfermedad supone un golpe muy duro en su vida, es un gran impacto que deben interiorizar. A muchas de ellas les pilla en un momento vital importante y supone un gran cambio», apuntaba Montiel Chelet, psicooncóloga de la Asociación Española contra el Cáncer, quien explicaba que lo mejor «es continuar con la vida normal dentro de las posibilidades que los tratamientos te permiten».

Al hilo de esto, Salu Catalá, técnico especialista en estética oncológica aplicada a la salud de Cáncer & Beauty, señalaba la importancia de seguir manteniendo tu identidad a través del aspecto físico, «verte y reconocerte». «Esto se consigue informando de las diferentes posibilidades y que sean las pacientes las que eligen lo que más les identifica, como por ejemplo llevar o no peluca, llevar o no pañuelo. Nuestro trabajo consiste en ver cómo los tratamientos van a ir afectando la imagen de la paciente y trazar una hoja de ruta para poder ayudarlas en el cuidado de la piel, el cabello, etcétera».

La mesa de expertos reivindicó la entrada en los equipos multidisciplinares, tanto de psicólogos como de especialistas estéticos con el fin de lograr darle a las pacientes un servicio completo desde el diagnóstico hasta el tratamiento y acompañamiento.

SEGUIR CON SU VIDA

La investigación y los tratamientos han evolucionado y también lo han hecho las pacientes, que cuentan con mayor información, es por ello que deben de tener mayor autonomía para no sentirse tan vulnerables, explicaba Ana Santaballa, jefa de sección del servicio de oncología médica de La Fe: «Debemos comunicar mejor a las pacientes los pasos a seguir, los beneficios de hacer ejercicio, de llevar una dieta mediterránea y de seguir con su vida. Debemos de tener una mayor empatía con ellas».

A esto, Montiel Chelet añadía que «el proceso de la enfermedad es un duelo. Sigues siendo la misma persona pero con otras circunstancias, en las que la agenda hospitalaria controla en parte tu vida, y lo cierto es que si te mantienes activa, se lleva mejor. Los profesionales debemos de dejar de comportarnos de forma paternalista y fomentar esa autonomía».

Natacha López decidió mantenerse activa y seguir haciendo una de las cosas que más le gustaban, salir a correr, tras ser diagnosticada. «Había días que no tenía fuerzas para salir y con el apoyo de mi marido lo lograba. Eso me ayudó mucho y la idea de que lo que realmente quería era poder ver crecer a mis hijos. Creo que no hay que quedarse en casa cuando te diagnostican. Hay que hacer aquello que te haga feliz, ya que eso te permite mantener el control de tu vida.Y todo es más fácil cuando ya te han comunicado y explicado los procesos». Sin embargo, algo que apuntó Natacha López y que secundaron todos, fue el hecho de que tras la enfermedad volver a la vida normal, en ocasiones es complicado, por ejemplo en el entorno laboral ya que «en muchas ocasiones la empresa te recoloca en el mismo puesto de trabajo que tenías y a raíz de los efectos secundarios ya no puedes realizarlo. Creo que debería hacer algún tipo de reconocimiento de minusvalía ya que al no estar ya enfermas no consideran».

A esto, señalaba Ana Santaballa que «la apreciación depende de los inspectores, de los que valoren a la paciente. En muchas ocasiones sólo valoran las cirugías y no tienen en cuenta que otros tratamientos también tienen consecuencias». Montiel Chelet añadía que «las mujeres están un poco desamparadas por lo que estos estudios se deberían realizar de forma personalizada y por un amplio equipo que valoraran todos los aspectos». Otro aspecto importante tras la enfermedad, y que en la sanidad pública no se trata según apuntaba Montiel Chelet, es el de la sexualidad, la autoestima, el empoderamiento de la mujer, así como el seguir cuidándose tras superar la enfermedad.

La alimentación y los hábitos de vida saludables influyen mucho en las recaídas. Según comentaron los expertos, mantener un peso optimo, no fumar y no consumir bebidas alcohólicas reduce considerablemente las posibilidades de una recaída.