- Álvaro Martínez, redactor jefe de Opinión de ABC, imparte la lección magistral en la graduación de la XXVIII promoción del Máster de Periodismo de esta casa y de la Complutense: «Honrad estas tres letras con tesón para que se obre el milagro de la noticia»
No son buenos tiempos para la lírica periodística fue una frase que este 29 de junio atronó en varias ocasiones bajo la mirada atenta –y figurada, desde los grabados que visten las paredes de la Biblioteca de ABC– de eminencias del oficio como dos plumas gallegas, Emilia Pardo Bazán y Sofía Casanova. Nunca fueron fáciles para una profesión unas veces perseguida, otras censurada, y otras, simplemente, acuciada por las prisas. Otro gallego, el director de ABC, aseguró que «ser periodista hoy es mucho más difícil que hace treinta años». Frente a los lienzos de los primeros espadas del periodismo nacional se sentaban Lydia, Paloma, Alex, Alejandro, Jorge, Patricia, Luis, Alejandra, Guadalupe, Marcelino, Bernardo, Raquel, Noelia, Chiapei Tu, Bruno y Helena, alumnos graduados de la XXVIII promoción del Máster de Periodismo de ABC y la Universidad Complutense de Madrid (UCM), que recibían en ese instante en sus móviles la alerta informativa de que el ministro Montoro amenazaba a este periódico con ir a los tribunales por una noticia publicada.
La defensa enconada de la noticia veraz vertebró el discurso de la lección magistral impartida por el redactor jefe Álvaro Martínez, de la sección de Opinión de esta cabecera. Martínez cogía el testigo del debate de la fruslería que supone la posverdad, «palabra del año» 2016 para la Fundeu, y vacía para cualquier buen periodista que se precie. «Honrad estas tres letras con el tesón que merecen aquellos que a lo largo de este siglo y pico [mirada de reojo a los lienzos de Azorín y Blasco Ibáñez] han hecho posible que la luz ilumine el ténebre crepúsculo, para que como cada uno de los 37.073 días anteriores a hoy se obre el emocionante milagro de la información, el reino indiscutible de la noticia, porque hasta en eso somos monárquicos en ABC», espoleó Martínez a los dieciséis estudiantes.
«Vivimos una época un poco cruel, la sociedad es más compleja y el ciudadano recibe informaciones, a través de diferentes vías, que no siempre son ciertas. No sabíamos que habría un tiempo donde las noticias se intoxican con tanta facilidad y vosotros tenéis que trabajar sin prejuicios. De nada vale el talento sin dedicación al trabajo», les encomendó Rubido, al tiempo que añadía: «Hay que trabajar con humildad. Nuestra intención no es derribar ministros [Montoro, en el smartphone], sino contar historias trascendentales para la vida del ciudadano y al servicio del lector».
Entre los mejores másteres del país
Álvaro Martínez incidió en que la materia prima que deben buscar es la noticia, un propósito final de un oficio que demasiado preocupado por influir se está olvidando en contar lo que pasa. Según la posverdad, «los hechos son menos influyentes sobre la opinión pública que las emociones o las creencias personales». Para «derribar» este concepto y no ministros, sí está una profesión que se dignifica con una sola cosa: la noticia y sus lectores.