«Demasiada información es sinónimo de confusión», ha declarado en Logroño Mario Vargas Llosa: «La gran revolución audiovisual -ha dicho el escritor- ha tenido algo extraordinariamente positivo, que en esta época la censura es prácticamente imposible. Un gobierno difícilmente puede imponer el control total de la información. Pero, demasiada información es sinónimo de confusión y eso ha hecho que las mentiras encuentren un vehículo para insertarse en la sociedad y confundirla».
El Nobel hispano-peruano ha abierto este miércoles en la capital riojana la novena edición de Futuro en Español con una conversación, casi una entrevista con público, sobre ‘Literatura, política y periodismo’ con su compatriota y amigo personal Pedro Cateriano, expresidente del Consejo de Ministros de Perú.
A través de Sartre, con el que luego sería crítico, forjó su vocación de escritor comprometido: «La infuencia de la literatura francesa era muy grande en América Latina y en la facultad se seguía de cerca. En esos años se forjó esa idea de entender al escritor como Sartre. Yo tenía verdadera devoción por Sartre. Tenía una idea muy exaltante para un joven del tercer mundo, que creía en la literatura como algo más que un placer, que conlleva un compromiso moral, social y político. Que a través de la literatura se puede influir y mejorar la sociedad. Si algo anda mal, no te quejes, escribe. La literatura podría obrar cambios importantes en la sociedad«.
También se ha referido a su trayectoria política, empezando por el comunismo juvenil para terminar en el liberalismo que le llevó ser aspirante -frustrado por Fujimori- a la Presidencia de Perú en 1990 y siempre crítico con la actualidad.
«No reconozco Barcelona -ha dicho al ser preguntado sobre Cataluña-, yo quiero mucho a Barcelona. Hubo un tiempo en que Barcelona se respiraba Europa, había independentistas, sí, pero no como ahora. ¿Qué pudo haber pasado para que se convierta en la Barcelona provinciana que se mira al estómago y sigue una doctrina que es una excrecencia de la democracia, el nacionalismo, que solo ha traído estragos a la democracia? España cometió un error cediendo la Educación a las autonomías. Hay tres generaciones que han crecido educadas en la mentira de que Cataluña está sojuzgada por España. Es trágico que esto ocurra en un país que asombró al mundo durante la Transición; ya no se recuerda que el mundo entero contempló España pasar pacíficamente de la dictadura a la democracia y a la modernización».
Futuro con Nobel
Futuro en Español es un foro de intercambio entre España y América Latina con el idioma como puente que organiza Vocento a través de Diario LA RIOJA. La presente edición, que continúa este jueves en la UNIR con una jornada sobre ‘Educación y transformación digital’, cuenta con el patrocinio del Ayuntamiento Logroño, la Fundación UNIR, Sacyr y Bosonit.
En la inauguración oficial han intervenido el alcalde Pablo Hermoso de Mendoza; el consejero de Eduación y Cultura del Gobierno de La Rioja, Luis Cacho; el rector de la UNIR, José María Vázquez; y el presidente del Consejo de Administración de Nueva Rioja, Francisco Achiaga.
Al acto, celebrado este jueves en el Círculo Logroñés, asistieron unos doscientos veinticinco invitados, entre los que se encontraban otras autoridades locales, organizadores de las jornadas y numerosos representantes de la sociedad riojana, especialmente del ámbito cultural. No en vano, la presencia del Nobel de Literatura 2010, el último en idioma español, ha supuesto para la ciudad un acontecimiento cultural extraordinario.
Se trata de uno de los escritores vivos de mayor reputación y uno de los intelectuales iberoamericanos más influyentes tanto en América Latina como en España. El autor de novelas de cabecera como ‘La ciudad y los perros’ (1962), ‘Las casa verde’ (1965), ‘Conversación en La Catedral’ (1969), ‘Pantaleón y las visitadoras’ (1973), ‘La tía Julia y el escribidor’ (1977), ‘La guerra del fin del mundo’ (1981) o ‘La fiesta del Chivo’ (2000), además de piezas teatrales, estudios y ensayos, así como una incesante producción periodística, ha llegado a Logroño con su último libro recién publicado, ‘Tiempos recios’ (Alfaguara), que ha ocupado parte de la mencionada charla literario-político-periodística.
‘Tiempos recios’, tiempos de manipulación
La historia que narra está ambientada en la Guatemala de los años cincuenta del pasado siglo; tiempos de Guerra Fría e imperialimo yanqui. Cuenta la intrahistoria del golpe de estado militar perpetrado en 1954 por Carlos Castillo Armas y auspiciado por Estados Unidos a través de la CIA para derrocar el gobierno democrático de Jacobo Árbenz. «Detrás de este acto violento -cuenta Vargas Llosa- se encuentra una mentira que pasó por verdad y que cambió el devenir de América Latina: la acusación por parte del gobierno de Eisenhower de que Árbenz alentaba la entrada del comunismo soviético en el continente».
Se refiere a una interesada campaña de desinformación que la United Fruit Company propagó en Estados Unidos taimadamente para poder seguir explotado el monopolio del banano cuando vio peligrar sus intereses en Centroamérica por la llegada de la democracia a países como Guatemala. «No se trataba de una conjura: la propaganda había impuesto una afable ficción sobre la realidad y era sobre ella que los impreparados periodistas norteamericanos escribían sus crónicas, la gran mayoría de ellos sin advertir que eran los muñecos de un titiritero genial». El titiritero en cuestión era el publicista Edward L. Bernays contratado por el magnate del banano Sam Zemurray. Vargas Llosa se ha documentado a fondo, como dice medio en broma medio en serio, «para poder mentir con conocimiento de causa».
El hecho de «que esa ficción se volviera realidad», lleva al escritor a afirmar que «el siglo XX sería el del advenimiento de la publicidad como la herramienta primordial del poder y de la manipulación de la opinión pública en las sociedades tanto democráticas como autoritarias».
‘Tiempos recios’ conecta con la aclamada ‘La fiesta del Chivo’ en el sentido de que seguramente es su novela más claramente política desde aquella. En ambas el autor funde la realidad con la ficción: «La ficción del narrador que libremente recrea personajes y situaciones», y esa otra ficción «diseñada en la vida real por aquellos que quisieron controlar la política y la economía manipulando su historia».
El epílogo da una clave sobre la gravedad de esa manipulación: «¿O sea que ahora comprende usted que Árbenz nunca fue comunista? -pregunta el novelista metido a entrevistador en su propia novela a Miss Guatemala, una de los protagonistas de la historia- Que era más bien un demócrata, algo ingenuo tal vez, que quería hacer de Guatemala un país moderno, una democracia capitalista». Es la clave también de la deriva política del propio escritor hacia posiciones liberales de centro-derecha de alguien que en su juventud, debido a aquel golpe de estado contra un intento democratizador, también creyó en «el paraíso comunista».
En ‘Tiempos recios’, Vargas Llosa habla literalmente de «la torpeza de Estados Unidos» al preparar el golpe en Guatemala: «El triunfo que obtuvieron fue pasajero, inútil y contraproducente. Hizo recrudecer el antinorteamericanismo en toda América Latina y fortaleció a los partidos marxistas, trotskistas y fidelistas. Y sirvió para radicalizar y empujar hacia el comunismo al Movimiento 26 de Julio de Fidel Castro».
«Hechas las sumas y las restas -concluye Vargas Llosa-, la interveción norteamericana en Guatemala retrasó decenas de años la democratización del continente y costó millares de muertos, pues contribuyó a popularizar el mito de la revolución armada y el socialismo en toda América Latina. Jóvenes de por lo menos tres generaciones mataron y se hicieron matar por otro sueño imposible, más radical y trágico todavía que el de Jacobo Árbenz».
Y todo por una mentira para vender más bananos.
Como en tantas ocasiones a través de sus libros, Mario Vargas Llosa ha hecho honor en Logroño a la que siempre ha considerado «la primera e ineludible obligación de un contador de historias: contar historias».
«Desde los primeros tiempos en que, sin saber muy bien lo que hacía, escribí mis primeros relatos, creo no haberme apartado ni un milímetro de esta ambición: contar historias que, sin serlo, parecieran una representación de la vida y tuvieran a los lectores -como tenían a los oyentes de la caverna y la fogata los fundadores de esa antigua estirpe-, anhelantes, ávidos, por saber qué, qué pasó después».