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El actor y director Josep María Flotats protagoniza un encuentro para inaugurar las Jornadas de Teatro
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Aula de Cultura EL DIARIO VASCO ofreció una cita en la que poder conocer el punto de vista de un reconocido hombre de teatro
La lista de quienes acudieron a Eibar para inaugurar las Jornadas de Teatro a lo largo de sus 39 años de historia oficial podría completar una parte importante de la historia de las artes escénicas en este periodo. Asistieron actores muy conocidos, autores de primera fila y directores imprescindibles, en ese ejercicio de apostar por quienes hacen las cosas bien en su trabajo. La edición número 40, la de talla XL, no podía tener una inauguración cualquiera: Josep María Flotats es alguien que ha vivido el teatro desde todos los frentes y estuvo sobre el escenario del Coliseo para contárselo a todos los que quieran acercarse.
Las luces de sala del Teatro Coliseo se quedaron encendidas. Había un actor sobre el escenario pero no una función. Josep María Flotats llegaba para ofrecer la conferencia inaugural de las XL Jornadas de Teatro de Eibar hablando de su profesión en una conferencia organizada con la colaboración de Aula de Cultura EL DIARIO VASCO. Él explicó cómo con 19 años hizo la maleta para ir a estudiar a la Escuela de Arte Dramático de Estrasburgo, algo que ha marcado su trabajo y sus referentes. Flotats reconoció que la pasión es lo que le mueve a hacer teatro, «pagaría por hacerlo, porque además me ofrece la recompensa de tener todas las noches una cita de amor con 400, 500 o 600 personas», señaló en la conferencia. También leyó un texto de Louis Jouvet que señaló como su biblia y señaló la importancia del trabajo, de los ensayos y también del texto, «un gran texto es una partitura musical».
-40 años de Jornadas de Teatro en Eibar. ¿Cómo lo valora?
-Vista la vida difícil que tiene el teatro en todo el mundo, es un triunfo. Hay que felicitar a los organizadores por seguir manteniendo alto el pabellón y por seguir celebrando el teatro. Mi enhorabuena, y adelante.
-A una persona acostumbrada a subir al escenario representando personajes ¿qué sensación le da la idea de venir para hablar en primera persona?
-Pues yo no he hecho nunca conferencias, no es lo mío, pero espero contar algo que interese al público de nuestro oficio. He pensado que lo más interesante quizá es conocer esa cocina tan particular y rara para alguien que no es del teatro, cómo se construye un personaje, qué representa el trabajo del actor y cómo se articula todo eso.
-Es lo más desconocido porque vemos lo que hay encima del escenario, pero lo que hay detrás…
-Una cosa es el trabajo que más o menos todo el mundo entiende que puede ser memorizar, intentar representar un personaje determinado, y moverse en el espacio de una determinada manera. Pero es lo menos importante, lo más importante es todo el trabajo interior. Por eso hay que intentar contar cosas difícilmente contables, pero que hay que tratar de expresar.
-Un día después de la conferencia llega con ‘Serlo o no’. ¿Qué puede contar?
-Es una obra de Jean Claude Grumberg, que en un resumen muy rápido podríamos decir que habla sobre la tolerancia, el respeto a la diferencia del otro. Es un texto que me gustó mucho, que me interpela y me apasiona. Es un texto de una actualidad total, es teatro contemporáneo pero no por ello absurdo… aunque a nivel de escritura pueda ser primo lejano del teatro del absurdo, pero hay una carga de humanidad importantísima en los personajes y en el contenido de la obra. Me hace feliz poder defender eso en el escenario. Los actores somos el barquero. El autor está en una orilla y nosotros somos el barquero que lo lleva con el público. Pero hay que saber remar para llegar a buen puerto.
-Ha mencionado a Grumberg, un autor que no había sido representado en España. ¿Qué tal está siendo la aceptación de esta obra por parte del público?
-Fantástica. Tenemos llenos los teatros por todas partes y al público le gusta mucho. Me lo dicen a la salida e incluso se emocionan mucho. Ríen bastante porque hay toda una carga de ironía, de doble sentido, de retranca y de acidez incluso, pero siempre muy brillante, muy inteligente. Es la calidad de la escritura de Grumberg. Hay que tener en cuenta que él es uno de los pocos autores de teatro vivos que se estudian en bachillerato en Francia. Lo digo para que se vea hasta qué punto se aprecia y se reconoce su calidad de escritura.