• El analista económico Ignacio Marco-Gardoqui hace un repaso por los «errores» de políticos, sindicatos, empresarios y del conjunto de la sociedad

La VI edición del Foro Pyme, celebrada ayer en el Museo Guggenheim de Bilbao y organizada por el Banco Popular y EL CORREO, tuvo una doble vertiente. De un lado, el analista económico Ignacio Marco-Gardoqui realizó un repaso por lo que denominó «queridos errores» de cuatro colectivos perfectamente diferenciados: la clase política, los sindicatos, los empresarios y la totalidad de la sociedad. De otro, el doctor Mario Alonso Puig abordó la superación de las limitaciones que impone nuestra mente para así poder solventar los retos más complicados.

Tratar de «complacer todas nuestras demandas», actuar como si la riqueza del país fuese inamovible y estuviese garantizada, y «pensar que aumentar el gasto es administrar mejor» son, en opinión de Marco-Gardoqui, los principales errores en los que incurre la clase política. «Deben darnos lo que pedimos, pero también deben marcarnos los deberes», apuntó, al tiempo que reprochó que una parte importante de la sociedad considera, otro error a su juicio, «que para obtener un derecho basta con desearlo».

Esa dinámica, explicó, ha llevado a sucesivos gobiernos a aumentar el gasto público hasta considerar que eso es una «mejor Administración». Así, puso como ejemplo el hecho de que Mariano Rajoy vaya a pasar la historia como «el gran austericida, el ‘Gengis Khan’ de los recortes», cuando la realidad demuestra que ha protagonizado el mayor crecimiento de la deuda pública en toda la historia de España. También arremetió contra la estrategia fiscal que pretende «quitar a unos, normalmente a los más eficientes, para dárselo a otros», en vez de estimular la generación de riqueza. «Subir los tipos no tiene mérito, se hace en una reunión del Gobierno. Es más complicado aumentar la base imponible, por eso siempre da pereza a cualquier gobernante», añadió.

El trabajo ‘inseguro’

Creer que «hay alguien, en algún lugar, que tiene la obligación de crear el puesto de trabajo al que tengo derecho» es, aseguró, el «principal error del mundo laboral», que personificó en los sindicatos. Así, recordó la opinión generalizada de que «el salario lo paga el empresario», cuando en realidad es el cliente del que depende este elemento clave de las empresas. También calificó de «error y oxímoron» la idea de un trabajo seguro porque, advirtió, «no son seguros los clientes, ni los sistemas de fabricación, ni los costes ni por supuesto los márgenes y beneficios». En esta línea, se mostró partidario de que las plantillas sean acordes a la demanda; de ahí que, dijo, «poner trabas al despido se convertirá más tarde en trabas a la contratación. A un empresario se le puede prohibir que despida, pero nadie le puede obligar a que contrate».

También los empresarios cometen errores y Marco-Gardoqui fue muy crítico con el protagonismo que ha adquirido la economía financiera –a pesar de haber trabajado él más de 20 años en ese sector–, que

ha llevado a pervertir algunas formas de actuar. Así, se refirió a la tendencia que existe «a pensar que el largo plazo son tan sólo cinco minutos», de ahí que haya quedado en un segundo plano la tradicional estrategia de las empresas familiares «que se construían pensando en varias generaciones». Un cambio que ha venido acompañado también, apuntó, del excesivo recurso al apalancamiento. Tendencia que ha llevado a numerosos proyectos al fracaso «por despreciar los peligros del endeudamiento».

El paro y sus causas

Marco-Gardoqui criticó también que se haya perdido la referencia de la «responsabilidad individual», para buscar siempre a «un responsable de nuestros problemas». Entre los errores de la sociedad, citó «la pérdida de respeto por el dinero público, porque parece que no es de nadie»; aunque dijo que «quizá el más grave de todos» es darle más importancia al paro «que a las causas que lo generan».