• El director mexicano encandila al público que ha acudido a una ‘masterclass’ protagoniza por el uso del lenguaje audiovisual en su cine y el de sus referentes

El cineasta más reconocido de 2017, el mexicano Guillermo del Toro, ya ha dejado huella en Málaga y en el Festival de cine. El director y guionista de ‘La forma del agua’, premio Málaga-SUR de esta edición que otorga este periódico, destapó el monolito situado en el Paseo Marítimo Antonio Machado.

Una cerrada ovación -con el público de pie- fue la manera que la ciudad de Málaga recibió e a Guillermo del Toro en una ‘masterclass’ que agotó las entradas de la sala de mayor capacidad del Palacio de Congresos. Presentado por Juan Antonio Vigar y Antonio Trashorras, Guillermo del Toro respondió, entre otras cuestiones, a qué es un cineasta. «Heredamos del cine muchos elementos de la dramaturgia y de la literatura: pero hay que ir más allá. Un cineasta es un narrador que cuenta algo con sonido e imagen, por eso el cine mudo era perfecto», señaló «Ahora nos quedamos con el discurso del guión, con los personaje; pero es como hablar de una pintura en términos temáticos, como decir que La habitación de Van Gogh no interesa porque es el simple retrato de un cuarto». Bajo esta premisa, el realizador mexicano sostiene que para él, hablar de cine es no solo hablar del qué, sino que tiene igual importancia el cómo, el quién o el dónde. «El verdadero cine no es solo lo que pasa y se puede contar. Cuando un personaje gira, le da al luz y sube la música, la sensación que le produce al espectador es puro cine». En esta tesis, ha defendido que pese a que hay gente que discute a Kubrick, éste era un humanista, «aunque decepcionado«. «Es alguien que se acerca al cine puro, como Hitchcock, Fellini, o Buñuel».

Guillermo del Toro siguió profundizando a lo largo de toda la tarde sobre el uso del lenguaje audiovisual. El director puso de ejemplo ‘Vértigo’ (Alfred Hitchcock), relatando cuánto le impactó la escena de Kim Novak saliendo de la niebla cuando la pudo ver en una cine en un reestreno. La otra que ha destacado es es ‘2001; una odisea en el espacio’ (Stanley Kubrick). «Los silencios de esa película no los había sentido nunca hasta que no la vi en Cinerama en Los Angeles», contó, en referencia a una sala mítica de Hollywood. «El cine no es química, sino alquimia», añadió.

En cuanto a la construcción de la historias, Del Toro volvió a relacionarlo con la forma de rodar. Explica que escribe una biografía de ocho páginas de cada personaje; desde su signo del zodíaco hasta lo que les gusta comer o algún secreto que no hayan confesado. Y todo ello desde que el personaje nace hasta el momento en el que empieza la película. «Y ese texto se lo doy a los actores y al vestuario para que ambos puedan tener claro quién es y cómo se presenta a nivel estético». Además de esto, el mexicano comentó otros asuntos de la creación cinematográfica: el lenguaje de la cámara (que debe «fluir»), del que ha afirmado que los resultados pueden ser muy diferentes en función del tipo de lente o de la estructura que se utilice. Una sensación similar es la que provoca al sonido, y en este caso destacó el trabajo de David Lynch, que intenta «causar miedo» con el uso de bajas frecuencias. »Hay un mito muy extendido del absoluto control. Eso no es verdad, el verdadero directot es que el puede orquestar un accidente», ha añadido como consejo a futuros directores.

Dejando a un lado sus referentes, Guillermo del Toro, que estuvo muy divertido y en algunos casos escatológico, pasó un buen rato escuchando algunas de las traducciones de los títulos de las películas al mercado español. Con el caso de ‘Centauros del desierto’ (John Ford), cuyo título original es ‘The searchers’ (los buscadores), el cineasta soltó una gran carcajada que el público respondió con aplausos, que a la hora de acabar el encuentro ha vuelto a convertirse en ovación.