De amor, de muerte, de política, de lealtad, de ausencias, de la vida, de los nacionalismos, de Cataluña y hasta de las próximas elecciones generales. Fernando Savater regresó a Santander para presentar su nuevo libro, ‘La peor parte’, un homenaje a Sara Torres, su compañera sentimental durante 35 años y que falleció en 2015. Su presencia en el Ateneo, en un acto organizado por el Aula de Cultura de El Diario Montañés, y que lleno la sala, estuvo llena de recuerdos y también de reivindicaciones; de confidencias y de críticas, durante una entrevista con Guillermo Balbona, redactor jefe de Cultura de este periódico.
Tras la presentación por parte de Manuel Ángel Castañeda, presidente del Ateneo, y de Luis Revenga Sánchez, presidente de El Diario, Savater, que como ya ha dicho en varias ocasiones pensó dejar de escribir libros tras la muerte de Sara Torres, aseguró que «de tristeza también se vive» y que «uno puede estar triste y seguir viviendo». Y así es como se siente tras la muerte de una mujer que siempre le animó a escribir y a significarse política y socialmente. Pero ‘La peor parte’ no es un libro triste, ni siquiera melancólico, ni mucho menos de duelo. «Es una obra sobre ella. Sobre Sara que tuvo una vida novelesca y bastante ejemplar. Una vida de lucha y resistencia ejemplar para todos los que vivimos una época difícil», aseguró.
La idea de hacer este libro, que ha tardado cuatro años en escribir, partió de la propia Sara Torres, una noche en un hospital de Pontevedra donde permanecía ingresada cuando se la detectó la enfermedad que finalmente acabó con su vida. «Si tú no lo cuentas, nadie va a saber lo que hemos sido el uno para el otro». Por eso ahora Savater ha cumplido con ese reto por medio de una obra que se publicó en septiembre y que ya va por su tercera edición.
En vida de su esposa nunca pensó escribir nada igual porque, según señaló «cuando uno es feliz no necesita contarlo». Es ahora, que ella no está cuando se siente «jubilado del todo».
Cree y espera que a ella le hubiera gustado este libro. «Escribía como si ella me hubiera estado leyendo por encima del hombro» y, sobre todo está hecho con mucho respeto, con todo el cuidado de no exponer demasiado la vida de una luchadora «mucho más pudorosa» que él mismo. «Hay un lectura muy positiva de este libro y es que el amor existe. Yo soy la prueba de que existe porque lo he tenido», explicó.
¿Y qué es el amor para Savater? «Algo que no se puede describir porque carece de exterior y de ninguna manera se puede describir lo que no se ve exteriormente», explicó.
Sin embargo, sí puede afirmar porque él mismo lo ha experimentado «que todos los amores verdaderos acaban trágicamente». «O bien porque una de las dos partes rompe o porque muere».
El filósofo y pensador también cree que «todo el que ama tiembla por el ser amado» y que es un sentimiento que nos hace vulnerables «En mi caso yo todo lo que hacía era para que estuviera contenta. Ahora ya no sé porqué hago las cosas. El amor nos da un objetivo en la vida y también nos lo quita», lamentó.
Ese amor no fue exento de secretos –Savater reconoció desconocer muchos detalles de la infancia de su mujer– «porque incluso las personas que están más cerca de nosotros están llenas de secretos». Y es que en su opinión, los seres más próximas «son también las más enigmáticas y la principal duda que nos planteamos es ¿por qué me querrá?».
La lealtad
La lealtad y la fidelidad son dos aspectos que se esbozan en el libro y de los que también habló en Santander. «No soy ni he sido un santo, pero siempre he sido leal. Fiel no, pero leal sí», aseguró tras exponer que en su opinión «la fidelidad es una virtud perruna. Los seres humanos debemos ser leales».
Y también habló de la sinceridad, la que siempre le mostró su mujer y primera lectora de todo lo que él ha escrito. «Tenía una visión muy práctica de la política y me puso los pies en la tierra en muchísimas ocasiones y es maravilloso porque los halagos nos lo creemos siempre. Hasta el más listo del mundo».
De la inteligencia de Sara ha quedado mucho escrito en este libro en el que también se recuerda su lucha por la democracia desde dos puntos de vista bien diferentes, desde ETA en la época del Franquismo y desde colectivos como Gesto por la Paz y Basta Ya en la democracia. «Las personas evolucionan y eso está bien porque la democracia necesita anticuerpos. Necesita defensa y la crispación en ocasiones es la mejor defensa. Nunca se hubiese acabado con ETA sin los que estábamos crispando contra ella y eso se puede extender a todo lo demás», aseguró.