La gran cita de la cultura en Murcia es la noche del Rendibú, la esperada bienal de artes de ‘La Verdad’, un acontecimiento imperdible en torno a la literatura, la cinematografía, la música, la ilustración y las artes escénicas. El Anexo del Auditorio Víctor Villegas convertido en la cueva del oso, de nuevo, en una reunión de impacto para nuevos creadores y autores que no pasan de moda, una fusión de talentos coordinada cada edición por el gestor cultural y director de Marketing de ‘La Verdad’ José Manuel Jiménez Romera.

Resultó una ‘party’ de experiencias desde el momento cero. El acceso al recinto se hacía por la boca de una cueva –planeta particular del archiversionado oso, la imagen del festival–, por la que había que abrirse paso –por momentos agachado– con una linterna. El incitante pasillo de satén rojo fue ideado por alumnas del tercer curso de Diseño de Interiores de la Escuela Superior de Diseño de Murcia: Mayca Campillo, Martina Hidalgo y Aida Gómez, bajo supervisión del profesor Joaquín Contreras. Al final del túnel esperaban sensaciones únicas. Lo primero era el ‘live’ de voces de Women Beat Djs (Mamen García y Esther Plutonita), con sus clásicos mezclados con novedades y ese sello rockero, pop e indie que provoca placenteros deseos. Hubo quienes eligieron echarse un tris bajo los juegos de luces de la sala, trance onírico todavía más efectista con el vestuario con ‘superpoderes’ de Constanza Mas, diseñadora murciana especializada en ‘glam luxe dress’, que lucía en la fiesta del Rendibú una pieza blanca con rayo rojo que iluminaba –1.500 miliamperios– accionando un botón.

Los habitantes de esta cueva eran más que almas cargadas de electricidad. Había que formar cola para acceder a dos salas diminutas. En la primera aguardaban los integrantes del grupo Second. Al cubículo, dispuesto como estudio de grabación improvisado, entraban grupos de 10 personas a cantar con la banda, cara a cara, sus temas más exquisitos. A la psicoanalista y escritora López Mondéjar le tocó ‘Todas las cosas’ en el mismo destacamento en el que se colaron la escritora Consuelo Mengual y el otorrino Carlos Escobar. Sean Frutos, sorprendido al verle, pidió un aplauso para él y dijo que gracias al doctor y a sus consejos podía seguir de gira tras un problema en sus cuerdas vocales en 2006. Los privilegiados que pudieron acceder –la cola era cada vez más larga– escucharon después los resultados. Voces, maracas y percusión dan siempre de sí.

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«Prefiero ser Bob Dylan»

En el segundo estudio estaba el santanderino Ángel Stanich, cantautor lisérgico, como él mismo se autodefine, feliz de encontrarse «en la alternancia» con tanta gente y por cantar, decía él, a gente que no le conoce. Pero su ‘Hula hula’ es un tema total: «Prefiero ser Bob Dylan que Manuel Campo Vidal. La próxima entrevista la hacemos por Skype». La salita, por cierto, quedó muy mona con los muebles de Ikea.

Cerveza y cafés no faltaron. Estrella de Levante y Salzillo Tea & Coffee colaboraron en la velada, junto con Mini Aupesán, Mustang, la Escuela Superior de Diseño y las Escuelas de Hostelería de Murcia, Cartagena y Lorca, que elaboraron los menús servidos para la cena, un viaje gastronómico dedicado al esplendor de México, con las etiquetas diseñadas por Daniel Martínez, con la orientación de la profesora Miriam Campillo.

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El escenario central, con gradas este año, tuvo como protagonistas a los bailarines del colectivo Kor’sia, liderado por los coreógrafos italianos Mattia Russo y Antonio De Rosa, que representaron en una suerte de ring la imposibilidad de mantener el equilibrio entre los seres humanos. El Anexo del Auditorio recuperó el tono festivo con Madame Mara Boo, MarihCarmen –y sus ataques ‘pilépticos’– y Dimitri Mestkapov –maestro del escapismo burdo–, personajes insuperables de Zoo Cabaret, compañía de variedades que amenizó la entrega de premios a los ganadores de los concursos patrocinados por Estrella de Levante, Caja Mediterráneo, Comunidad Autónoma y los ayuntamientos de Murcia, Molina de Segura, San Javier y Cartagena. Todas las hadas de la inspiración cabían en el Rendibú, decía Madame Mara Boo. Y, efectivamente, podían dar fe artistas plásticos, escritores, galeristas, editores, estudiantes de las escuelas de arte y diseño y gente yeyé, porque en este encuentro, además de los bichos de Zoo Cabaret (deliciosa conversación entre el oso blanco, el oso pardo y el oso panda) había muy buena onda, como dicen los mexicanos.

El Rendibú celebró, con esta, seis ediciones, desde su creación en 2006. La sesión cultural –y espiritosa, sin duda– concluyó con un concierto del grupo Papaya, liderado por la canaria Yanara Espinoza, que trajo a Murcia sus cosas fascinantes y sencillas, su juventud, su frescura y esa proyección creativa que le ha granjeado tantísimas simpatías. Por si fuera poco, para ‘remate final’ , saltó al escenario Jorge Guirao, guitarrista de Second, para acompañar a Mamen García (a los platos) y Esther al micro.

Los osos, poderosos depredadores que con la cultura dulcifican sus hábitos, volverán a la acción la próxima edición. Será en 2020. Para entonces surgirán nuevas voces, melodías nunca antes escuchadas por el gran público, arte que permanece oculto en deslumbradoras madrigueras. El Rendibú espera, ansioso, las ideas.