El juez granadino Emilio Catalayud ofreció una conferencia en el Museo Arqueológico de Almería organizada por el periódico IDEAL y que está enmarcada en la Escuela de Padres que, hasta el momento, se había venido desarrollando con éxito en Granada. El poder de convocatoria de Calatayud quedó patente con un lleno total del aforo y centenares de personas que no pudieron acceder al recinto y que quedaron emplazados a una nueva conferencia que tendrá lugar en enero, concretamente, el día 21, en un emplazamiento aún por determinar pero del que se informará de manera oportuna a los almerienses.
Calatayud comenzó haciendo gala de su buen humor y destacando que, pese a la gran difusión que tienen sus charlas, «yo siempre hago la misma conferencia repetida, digo siempre lo mismo, aunque parece que en directo gano más».
El juez también dejó claro, a modo de presentación, que «soy juez y responsable de mi juzgado, juzgando a menores que cometen delitos entre los 14 y 18 años y, aparte, soy padre y ciudadano y, como estamos en un país libre, digo lo que pienso».
El conferenciante reconoció que «España es un país de extremos» y en ese sentido apuntó que «los políticos no han sido capaces en 40 años de democracia de alcanzar un pacto educativo que dure una legislatura, por lo que será aún más difícil que hagan un pacto por el menor, aunque es muy necesario».
Del mismo modo, Calatayud hizo incidencia en que «los menores pasaron de no tener ningún derecho a tener todos los de cualquier ciudadano, que está muy bien; yo no doy consejos, pero sé cómo se puede crear un delincuente en casa, tengo un decálogo».
Entre esos consejos estuvo dar al niño todo lo que pida desde su más tierna infancia, no darle ninguna educación espiritual, evitar regañarle, reírse con sus palabrotas o recoger todo lo que vaya tirando por casa.
El juez alertó, ironías al margen, de que «ha aumentado el delito de agresiones de los hijos hacia sus padres en familias de clase media o media alta. Veo piernas y narices rotas y lo que ha pasado es que no ha interesado en este país aplicar el artículo 155 del que tanto se habla. Esto es como lo que está ocurriendo en Cataluña, niños malcriados».
Emilio Calatayud recordó que los menores también tienen deberes y que «lo primero que hicimos cuando llegó Mariano Rajoy al Gobierno fue juntarnos todos los jueces de menores de España en Valladolid y pedir una modificación del Código Civil para dar a los padres el derecho de corrección, pero no se hizo nada, y encima parece que da miedo hablar del principio de autoridad».
Sobre el sistema educativo, Calatayud señaló que «no entiendo lo de suspender en contenidos, pero no en competencias, aprobar, pero no haber aprobado. Todo para llegar a un número, que tampoco puede ser un cero porque ya lo quitó Zapatero, pero luego llegará Selectividad y si no alcanzas la nota no podrás estudiar Medicina, por muchas competencias que tengas».
El juez indicó que «los niños tienen que estar en la escuela, aunque ir con dos o tres años va contra natura, sólo hay que verlos llorando al salir de los colegios», recordando que «tienen que estudiar, aunque no todos van a ser ingenieros aeronáuticos, pero hay que ofrecer alternativas».
El juez, sobre su actividad, apuntó que «yo todos los años dicto un mínimo de 25 sentencias a chavales de 16 y 17 años que no saben ni leer, pero que ya están cometiendo hechos delictivos, no saben ni hablar. Hay unas 250 condenas anuales para sacarse la Enseñanza Obligatoria, algunos han dejado la escuela en tercero o cuarto de la ESO pese a que aprobaban por Ley».
De igual forma, Calatayud señaló la incidencia del consumo de bebidas alcohólicas en estos jóvenes, lamentando que «cada fiesta patronal en España está asociada al botellón». Por este motivo, alertó de que «en provincias como Albacete ya hay botellódromos por horas», a lo que hay que sumar que «está aumentando el número de jóvenes ludópatas que están gastando los ahorros de las familias y las televisiones no paran de anunciar estas casas para hacer apuestas, eso es otra droga».
También citó durante la conferencia la marihuana que «está haciendo mucho daño», viniendo de un lugar como Granada, «donde se cultiva, según me dicen, la mejor de España».
Siguiendo con lo que es su ‘día a día’, Emilio Calatayud señaló que el objetivo principal a la hora de juzgar a los menores pasa por la reinserción y la reeducación, para lo que es inevitable «sancionar y que conozcan sus derechos y deberes».
Reconociendo la labor del equipo de psicólogos y técnicos que apoyan estas labores, el juez apuntó que «la privación de libertad es dura y en Andalucía cada chaval internado nos cuesta a diario 240 euros. Es una justicia cara, aunque merece la pena». Del mismo modo que es consciente de que «si yo encierro a un joven seis meses le pueden dar de paga más de 400 euros durante 18 meses».
Calatayud afirmó que «la Ley no es blanda, llevo juzgados unos 22.000 casos y una de las cosas que más te llama la atención es cuando encierras a un chaval que se cree que es muy duro porque ha cometido delitos graves y rompen a llorar».