Las clases son mucho más que lugares en los que aprender. Estos espacios repletos de mesas, sillas, libros y pizarras en los que los alumnos pasan buena parte de sus vidas no solo son entornos en los que adquieren conocimientos, sino que en ellos se desarrollan como personas, forjan sus primeras amistades y construyen su carácter y personalidad.

Para poner en valor la importancia de la comunidad educativa y los padres en este proceso y señalar el interés por la educación como elemento transformador de la sociedad, el Proyecto Aula (PAula) volvió ayer a ‘tomar la lección’ a los asistentes a su primera jornada, centrada en Primera Infancia (de cero a seis años), en la que profesionales del sector pusieron en común la necesidad de la innovación y la educación en valores en las aulas.

Este evento, organizado por LA VERDAD, patrocinado por la Comunidad Autónoma, Caja Mediterráneo y el Ayuntamiento de Murcia, en colaboración con la Universidad Politécnica de Cartagena, contó con la presencia de la consejera de Educación y Cultura de la Región, María Esperanza Moreno Reventós; la directora general de Planificación Educativa y Recursos Humanos, Juana Mulero; la concejal de Educación y Escuelas Infantiles del Ayuntamiento de Murcia, Belén López Cambronero, y el director general del diario, Antonio González.

Para iniciar la jornada, el ‘aula’ se abrió para dar la bienvenida al ilustrador de cómics y dibujante Miguel Gallardo, que llegó a la ciudad con su ponencia ‘Yo no sepo dibujar’ en la que puso en valor esta modalidad artística como forma de expresarse y comunicar. Gallardo, autor de las novelas gráficas ‘María y yo’ (2007) y ‘María cumple 20 años’ (2015), destacó la rapidez con la que entendemos las imágenes, a diferencia del texto, que requiere un mayor tiempo de comprensión. «El dibujo es una herramienta universal de comunicación. A la hora de recibir las impresiones del mundo, el 50% nos llega de forma visual y el 70% de sensores los tenemos en los ojos», apuntó.

Que el hombre se entiende mejor con las imágenes que con las palabras es un hecho evidente que la historia del ser humano se encarga de confirmar. El dibujo se ha utilizado como vehículo de comunicación en muchas épocas: desde la prehistoria, en la que se elaboraban grabados en cuevas, hasta el antiguo Egipto, donde usaban los jeroglíficos, o la actualidad, en la que los emoticonos o las señales, por ejemplo, son ya datos visuales casi imprescindibles en la vida diaria de cualquier persona. «En los últimos 30 años la información que recibimos se ha quintuplicado. La realidad es que solo procesamos el 28% de lo que leemos. Es mucho más fácil ver la vida en imágenes. Si un texto incluye ilustración, la rapidez para comprenderlo aumenta en un 323%».

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Más allá de lo artístico

Esta mayor facilidad de comprensión es lo que llevó a Gallardo a utilizar esta forma de expresión con su hija María, que padece un Trastorno del Espectro Autista, con la que se comunica a través de dibujos en los que le muestra la rutina que van a realizar cada día, una herramienta muy útil que favorece el entendimiento entre ambos. «El dibujo va más allá de lo artístico. Cuando lo hacemos, tengamos el nivel que tengamos, pensamos las cosas y las memorizamos de forma diferente. Al dibujar también se hace un ejercicio mental que es muy bueno».

Ese carácter educativo fue lo que se encargó de mostrar al final de su ponencia de forma práctica cuando, papel, cartón y rotulador en mano, transformó el lugar en una especie de sala de arte en la que interpeló al público para que realizara, en primer lugar, dibujos sencillos de objetos cotidianos -una cafetera, un zapato, unas tijeras…- para continuar con personajes y cuadros famosos -la Mona Lisa, de Leonardo da Vinci, o El Grito, de Edvard Munch,- y finalizar con un autorretrato en el que los asistentes mostraron que el dibujo como método de comunicación y aprendizaje es divertido a la par que necesario.

Conocer las propias emociones y gestionarlas es una actividad que para la doctora en Psicología Raquel Carcelén es fundamental para poder enseñar inteligencia emocional a los más pequeños. «Toda la comunidad educativa tenemos muy claro que es imprescindible educar en emociones a los alumnos pero a veces se nos olvida que para que el profesor haga eso necesita trabajar él las suyas propias», indicó. Con esta idea como premisa, Carcelén dedicó su espacio en PAula a enseñar la importancia de adquirir competencias en inteligencia emocional, una disciplina que ayuda a mayores y pequeños a reducir el agotamiento y el estrés y a tener una actitud más positiva hacia cualquier tarea. «En general, tenemos un gran poder de impactar en los demás, que se multiplica en el caso de los profesores con sus alumnos, porque pasan muchas horas juntos», señaló.

Los valores que marcan

En este sentido, Carcelén animó al público, en su mayoría maestros, a conocerse, a descubrir cuáles eran sus fortalezas y debilidades y a determinar qué valores marcan su camino para, posteriormente, ajustar las acciones que realizan a esto, «porque al final, si os alineáis con vuestros propios valores y los trasladáis al aula vais a ser buenos maestros, porque vais a ser coherentes y congruentes con lo que hagáis». Para complementarlo, Carcelén abogó por «incluir en todos los planes de estudios del Grado de Magisterio, tanto de Infantil como de Primaria, enseñanza centrada en estas competencias emocionales y también en la formación continua que tienen los profesores. Es algo para mí básico».

Esta evolución, la del cambio de una enseñanza basada en la memorización a otra en la que también tengan cabida las emociones, es un salto de gigante que Carcelén cree que en España «ya se ha iniciado pero la realidad es que no siempre se traslada a todas las aulas. Se dedican muchas horas a que los alumnos memoricen cuando hoy en día tenemos toda la información disponible. Cuando eres adulto lo que realmente se te pide es más una serie de competencias y de cualidades y no tanto que seas experto en algo. Los conocimientos son importantes, pero no es lo único»,

Con estas premisas en el bolsillo, y con la motivación suficiente para cambiar el mundo a través de la enseñanza, los asistentes cerraron la primera jornada de PAula, un ‘festival educativo’ que continúa hoy en el Museo Arqueológico, a partir de las 9 horas, y en el Teatro Romea, a las 15 horas.