El presidente de Accenture, Juan Pedro Moreno, protagonizó una nueva edición del foro económico de El Norte de Castilla en Salamanca. Bajo el título ‘Giro inteligente’, estuvo patrocinado por CGB Nuevas Tecnologías, Laboral Kutxa y Global Exchange y contó con la colaboración del hotel Tryp Salamanca Montalvo.

La intervención de Moreno giró en torno a la transformación que está experimentando el mundo empresarial empujado por la «democratización brutal» de la tecnología y por los cambios en los hábitos de consumo. Nos adentramos en «una era de disrupción» para empresas y consumidores. La economía está experimentando «movimientos brutales, que no van a parar» y las empresa «deben replantearse no cambiar lo que hacen, sino cómo añadir valor» a sus productos y servicios «para competir». Si no hacen nada «las empresas caerán en la irrelevancia o desaparecerán». Moreno es optimista y cree que gracias a las posibilidades de la tecnología «las pymes y las grandes empresas compiten al mismo nivel por primera vez en la historia. Hoy es fácil competir a escala sin tener escala».

Herramientas

Juan Pedro Moreno alcanzó esta conclusión tras explicar cómo está cambiando el paradigma empresarial y de consumo. Hoy en día los consumidores ya no se basan en la relación calidad/precio para comprar, sino «en la experiencia que les reporta». La calidad y el precio «se sobreentienden» en la sociedad actual, así que se miran otros detalles como el tiempo que tardan en traer el producto a casa o la gestión de las devoluciones. «Y eso lo cambia todo, porque si la experiencia no es la que el consumidor quiere, el producto no se vende», añade. ¿Cómo mejorar dicha experiencia? Moreno señala a la tecnología y a herramientas como la «hiperpersonalización», porque «los consumidores quieren su producto no un producto. Es un elemento importantísimo para la experiencia», citando como ejemplos la venta de latas de refresco con nombres propios o las tarifas de móvil a medida.

El uso de «plataformas» también despunta en el nuevo panorama económico y empresarial. A través de ellas se llega «a más mercados. Unos sectores entran en otros y combinan productos y servicios», como las empresas eléctrica que también venden gas o los bancos que venden televisores. La «prescripción» sigue esta línea: si una empresa se gana al consumidor porque ofrece una experiencia muy buena, podrá recomendarles productos de otras compañías.

El uso de la tecnología, en resumen, aporta «experiencias» al usuario y trastoca el modelo de negocio de cualquier empresa. El producto no será mejor ni más barato, pero la experiencia de adquirirlo marcará la diferencia y, si el consumidor está contento, estará dispuesto a adquirir otros bienes de esa misma empresa. El ponente puso el ejemplo de EE UU, donde la mitad de su población contrataría un seguro a una empresas tecnológicas porque extrapola su experiencia con ellas a otros campos. La expansión «es imparable».

Empleo

La pregunta que siempre se plantea al hablar de tecnología es si ésta acabará con algunos puestos de trabajo o contribuirá a crear otros. Juan Pedro Moreno cree que «nunca ha acabado con el empleo», ni siquiera en la revolución industrial, «pero sí lo cambiará radicalmente, con profesiones nuevas» y con empleados que deberán dotarse de «habilidades nuevas. La tecnología obligará a cambiar las habilidades de los empleados y «dará más oportunidades» a gente que nunca pensó en trabajar con tecnología. La clave es la educación y la formación, pero en ese aspecto «se trabaja muy poco» en España. Moreno sugiere adoptar los dos puntos de vista. «Cuando consumimos, disfrutamos de la tecnología; cuando trabajamos, decimos que es mala» porque puede acabar con el empleo. En realidad «pocos trabajadores creen que la técnica no les pueda ayudar. La tecnología no les reemplazará. Hay que ser pragmáticos»

Preguntado por su opinión sobre la educación actual, opinó que el modelo está «obsoleto» y que «no se cambia porque no le da la gana a nadie». Está «muy centrado en las competencias técnicas» cuando la nueva economía pide «competencias más humanas y ‘blandas’» como la empatía. La educación es una herramienta «importantísima para articular la economía digital y dar más oportunidades a las empresas». En un sentido más amplio, cree que también hay que educar para acabar con los «mitos» en torno a la inseguridad del comercio digital.

Finalmente, lamenta que la UE está empeñada en convertirse «en una isla con otras reglas». Europa «está perdiendo la batalla de la transformación» mientras EE UU y China invierten en inteligencia artificial y robótica. «Salvo Spotify no hay ninguna plataforma mundial europea. La UE tiene un problema que no quiere reconocer». El estado del bienestar «ha ido demasiado lejos y está empezando a poner peligro la capacidad de desarrollo y evolución. Las cosas tienen un límite. No digo que el norteamericano, que es muy amplio y muy abierto sea el mejor, porque no hay un país peor para ser pobre que EE UU. Ni es eso, ni tampoco nuestro extremo, en el que el estado del bienestar esclerotiza cualquier oportunidad de ser competitivo, de innovar y de moverte hacia adelante. Es muy complejo de resolver», apuntó, antes de matizar que «soy el primero que apuesta por el trabajo decente, por supuesto, pero con todas las reglas queremos hacer de Europa una isla y eso hace muy complicada la situación». Citó el ejemplo del uso masivo de energías renovables en Europa, que elevará los costes eléctricos, cuando la tecnología de la que depende aún puede ganar en eficiencia si se le da más tiempo.