No pudo salir un sábado mejor para la primera fiesta del piragüismo en la Ría de Bilbao. A mediodía, desde el camping de Sopela, una furgoneta salía con una decena de piraguas. Su destino era las cercanías del Museo Marítimo. Poco a poco, desde diferentes puntos, también fueron llegando cientos de estas embarcaciones, con sus correspondientes palistas. Eran los protagonistas del gran estreno. Alrededor de 700 entre federados y los de la travesía popular. El buen ambiente que planeó en esta jornada tan especial era ya considerable a las 15.30 horas, con los deportistas preparándose a conciencia para la cita mientras otros, en una onda distinta pero igual de motivadora, daban buena cuenta de una paella en la Nave 9 Marítimo. Se acercaba la inauguración en la ciudad de la nueva fiesta del piragüismo en la Ría de Bilbao, con el patrocinio de la BBK y la organización de EL CORREO.

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El objetivo: un sugerente recorrido de cuatro kilómetros y medio con comienzo cerca del IMQ y final frente al Museo Marítimo. Y un dato a reseñar. Todo el que quiso probar esta experiencia pudo hacerlo para tomar parte en este desafío tras acabar la exhibición de los federados. Fue antes de las siete de la tarde cuando los más atrevidos pudieron adentrarse en la Ría tras informarse y ser ataviados con lo necesario. Los puntos más bonitos de la ciudad les esperaban. Se podían observar haciendo deporte y desde un punto de vista diferente. Un gran lujo.

La explanada del Museo Marítimo acogió a palistas masculinos y femeninos de diversos lugares del país: cántabros, guipuzcoanos, asturianos, pucelanos, vizcaínos, palentinos, zamoranos, andaluces, hasta de Mérida (el Iuxtanam) y salmantinos. Estos últimos tuvieron una avería a 50 kilómetros de Bilbao y el Club de Pamplona fue a ayudarles para enganchar el remolque. No había excusa para no llegar a su fiesta. «La colaboración entre clubes siempre es fantástica. Nos conocemos todos y existe muy buen ambiente», dijo Salva Olazabal, de la Federación Vasca de Piragüismo, que en todo momento dio a los asistentes una lección magistral y muy didáctica de lo que supone esta modalidad. Por allí cerca andaban Valentín, Jero, José Luis y Ubaldo, que vinieron por ejemplo con el Piragüismo Limpias de Cantabria. «Vamos a gozar porque el recorrido nos parece muy bonito», aventuraba Valentín. Al lado de él estaba Evilio Alonso, que iba a participar en paracanoa KL 1. «Tiene una pinta muy buena esta nueva prueba, aunque será difícil por la ola que rebota de las paredes. A los palistas esto nos afecta y, sobre todo, a los de paracanoa porque hay menos estabilidad», advirtió. Pasadas las seis de la tarde finalizó su concurso. «Los deportistas con discapacidad pueden practicar y disfrutar con este deporte y tienen un mérito enorme», lanzaba el ‘speaker’.

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Hay categoría en el agua. El espectáculo está garantizado. Ir preparando los móviles para grabar», aconsejó Olazabal a poco de comenzar la primera edición de este evento. Y fue a las 16.40 horas cuando arrancó la BBKayak, con los hombres senior K 1. Eran las primeras paladas de una cita que tiene al 23 de septiembre de 2017 como nacimiento.

Las condiciones de la Ría iban a ir empeorando a medida que se llenara de palistas. Y es que el campo de regatas se volvía complicado ya que los muros de piedra hacían rebotar las olas. Como había adelantado Evilio. Y como coincidió la mayoría. «Esto dificulta el trabajo y los palistas más hábiles demuestran aquí su categoría», se escuchó desde megafonía. Las primeras participantes femeninas salieron antes de las 17 horas. Para entonces, en ambos lados de la Ría ya había muchos aficionados, curiosos y familiares de los participantes que no paraban de animar. Había hasta piques entre palistas en una cita en la que ganaron todos los que se decidieron a disfrutar en la Ría.

Adiós a los nervios

Atrás habían quedado los nervios del inicio para los organizadores, las indicaciones, los contactos con las zodiacs… la fiesta estaba ya en marcha y no paró hasta el anochecer. «¡Qué imagen tan preciosa la de la Ría con tantos piragüistas!», comentó una señora a su amiga mientras paseaban camino del Palacio Euskalduna, uno de los espacios por donde transcurrió la prueba antes de acercarse al Guggenheim. «Competir al lado de este museo tan famoso en el mundo ha sido muy especial», dijo un regatista asturiano tras la prueba. Eran instantes en los que se escuchaba a muchos grupos de la mayoría de lugares del país comentar sus experiencias. Cientos de historias en la Ría. Otros aguardaban expectantes la prueba popular, en la que se trató de descubrir esta atractiva modalidad y pasar un momento para recordar. Ayer fue la tarde en la que la Ría sonrió a las piraguas.