En zapatillas de colores fluorescentes, en deportivos blancos que acabaron parduzcos al final de la mañana, en ¡cangrejeras! y en sandalias que dejaban ver pedicuras perfectas y alguna que otra dureza. De la talla 44, la 37, y hasta la 24. Todos recordarán hoy esa marea de rostros satisfechos, con las frentes perladas de sudor, tras pegarse una buena caminata por una buena causa. Pero nadie reparará en ellos, en los 4.000 sufridos pies que protagonizaron la jornada. Menuda injusticia. Al fin y al cabo, fueron ellos los que dieron el callo -nunca mejor dicho- para que la Marcha Solidaria Green de EL CORREO fuera un éxito masivo.
Con todos las inscripciones agotadas, más de 2.000 personas se dieron cita en la plaza de España para participar en la séptima edición de la ruta solidaria -cuya recaudación se destina de forma íntegra a Cáritas rural-, que organizó este periódico con el patrocinio del Ayuntamiento de Vitoria, El Corte Inglés, EDP y URA y la colaboración de la Obra Social La Caixa, Frutas Uriarte, DYA, Coca Cola y el Club de Montaña Iturribero. Fue el alcalde, Gorka Urtaran, el encargado de dar el pistoletazo de salida a la marcha, que, puntual, partió a las 10.30 horas del corazón de la capital alavesa para encarar casi 12 kilómetros que llevaron a los motivadísimos participantes hasta el Humedal de Salburua.
Más que de correr, se trataba de andar deprisa. No era una carrera, pero lo cierto es que muchos se lo tomaron muy -pero que muy- en serio. En cabeza durante todo el recorrido, se mantuvo Santos Criado, que, sin falta, ha acudido a los siete paseos solidarios que ha convocado este diario. «Y con el día tan bueno que ha salido a este tampoco podía faltar, cada día me hago 20 kilómetros andando». Desde luego él es un hombre con buen fondo. Y como él, familias enteras, grupos de amigas, cuadrillas de chavales, niños y mayores encararon el recorrido señalizado por toda la ciudad, bajo la atenta mirada de decenas de voluntarios que velaron para que nada tropezara.
En el Anillo Verde
De Postas a la plaza de Los Fueros. De Olaguíbel a la avenida de Santiago y de allí hacia el barrio de Salburua. Fue sobre las 11.00 horas cuando los primeros participantes se internaron en el Anillo Verde, que este año celebra su 25 aniversario. Algunos, como la estupenda Loli Mejías, se lo conocen como la palma de su mano. Con unos de esos bastones de trekking, como una marchadora profesional, y una sonrisa de oreja a oreja, la mujer incluso se permitía a los más jovenzanos. «Son los mayores los que llevan mejor ritmo, hay algunos que van como una flecha», apuntaba Jon Gracia, que acudió con ‘Bost’, un precioso labrador de color canela que no paró de buscar sombra. El sol caía a plomo sobre los andarines.
Sobre las 11.30, los primeros marchadores solidarios alcanzaron el punto de avituallamiento instalado en los humedales, donde se repartieron hasta 2.500 botellines de agua. «Hemos participado en todas las ediciones, incluso aquella vez que nos diluvió: todavía guardamos el chubasquero que nos regaló EL CORREO», apuntaba Charo Riero, vestida -muy al tono de la ocasión- con una camiseta, bien verde, con el logotipo de la green capital.
Poco después del mediodía, exhaustos y entusiasmados, los participantes fueron llegando a meta. «Ha sido un día perfecto, una auténtica gozada», valoraba Ana Azofra, que, acompañada de su marido Pedro Arduna, llegó de Haro para participar en la marcha que consiguió poner a Vitoria a sus 4.000 pies.