Las vivencias de la infancia determinan nuestra edad adulta. Por eso el recuerdo luminoso que Teresa Cobo (Bilbao, 1965) atesora desde que vio por primera vez «aquel agujero negro sin fondo», cuando apenas tenía nueve años, le ha marcado de por vida. Fue su primer contacto con el túnel de La Engaña, la obra más importante del ferrocarril Santander-Mediterráneo, que pervive inerte devorada por la naturaleza y olvidada por los poderes públicos. Cuando tres años después cruzó aquellos «siete kilómetros de oscuridad cargados de historia» y salió a la luminosidad de Yera (Vega de Pas), nació en la niña «un vínculo emocional» indeleble con aquel lugar.

Muchos años después, Cobo, periodista y subdirectora de El Diario Montañés, ha materializado aquella fascinación infantil en un libro titulado ‘La hazaña estéril’, una documentada investigación periodística que recorre las entrañas humanas, técnicas y cronológicas de una de las obras de ingeniería más grandes y complicadas de la historia de España, que quedó en vía muerta y sin utilidad alguna, pese al alto precio que se pagó por ella.

La obra, que acaba de ver la luz y ya afronta su segunda edición, editada por El Diario Montañés, fue presentada en el Ateneo de Santander, sede del Aula de Cultura de este periódico, un acto al que asistió el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, junto al consejero de Desarrollo Rural, Guillermo Blanco, y varios diputados regionales, además del presidente de Editorial Cantabria, Luis Revenga; el director general, Ignacio Pérez Alonso; el director del periódico, Íñigo Noriega y el director de El Correo, José Miguel Santamaría. Durante la presentación se proyectó el cortometraje ‘Viaje al centro de La Engaña’, elaborado y dirigido por la propia Teresa Cobo, en colaboración con el cámara Pablo Bermúdez y el fotógrafo Javier Rosendo, un estreno absoluto que se podrá ver a partir de ahora en la web de El Diario Montañés.

Dice Cobo que aquella vivencia de la infancia fue como una conquista y el germen futuro de este libro, en el que ha querido responder a todas las preguntas que se hacía, y lo ha conseguido. «En sus 224 páginas está todo», la verdadera historia nunca contada de lo que entrañan esos 6.976 metros de oscuridad que comunican Burgos con Cantabria, una gesta que costó la vida a 17 personas, en la que trabajaron más de 600 presos republicanos para redimir condena y que tardó 20 años en ejecutarse –comenzó en 1941 y terminó en 1961–.

La autora contó al público que llenó el aforo del Ateneo las historias humanas que se vivieron en los poblados que surgieron a uno y otro lado del túnel, cómo vivían y cómo morían quienes lo excavaron, «historias que emocionan y que merecía la pena ponerlas nombre. Se formaron aldeas completas, había escuela, tascas, almacenes… había niños que eran felices. La gente que estaba perforando el túnel sentía que estaba haciendo algo grande para la historia. Cuando se terminó, se celebró como un enorme triunfo y, total, fue para nada. Nunca se utilizó», enfatizó la reportera.

Cobo relata todas las historias humanas con la misma pasión, por eso le cuesta tanto elegir una vivencia, aunque como se lo piden, hace un esfuerzo y recuerda la de Amador Vílchez, que murió aplastado por una roca la víspera del día en que los trabajadores iban a celebrar con una gran fiesta la perforación del túnel. «En vez de verbenas y fuegos artificiales se encuentran en un funeral, acompañando a un compañero a un cementerio. También es muy emotivo el caso de la hija de Torcuato. Estaba embarazada y su padre murió en una explosión. Afectada por lo ocurrido, ella perdió también al niño. Y también impresiona descubrir que los dos capataces que pelearon mano a mano por el honor de calar el túnel estaban muertos por silicosis al cabo de seis o siete años».

En la obra, la periodista se limita recopilar y exponer datos, pero evita opinar sobre las causas por las que fracasó la infraestructura. En su intervención expuso que «todos los informes de la época desaconsejaban una inversión de ese calibre. Cuando se suspendió el Santander-Mediterráneo se suspendieron también todos los trenes que estaban en ejecución porque la coyuntura era pésima».

Con la máxima autoridad de Cantabria delante, Cobo no se atrevió a vaticinar sobre el futuro del túnel. «Yo solo puedo soñar. Mi deseo es que no se caiga y que forme parte del proyecto existente para unir la boca sur de Valdeporres con Burgos por una gran vía verde. Me gustaría que el túnel se incorporase a ese camino como elemento singular», apuntó, y que se pueda recuperar para senderistas y ciclistas. Pero para ello hace falta dinero y en 60 años no lo hemos conseguido, ¿verdad presidente?», le miró a Revilla, que ha sido firme defensor de recuperar La Engaña. No obstante, recibe con «alegría» que se abra un debate de qué hacer con el túnel.