El periodista guipuzcoano Mikel Ayestaran presentó el pasado 8 de junio, en el Aula de Cultura DV, su libro ‘Oriente Medio, Oriente roto’ (Ed. Península), en el que repasa los últimos catorce años de historia de la zona, que es también la suya propia.

En un relato en el que se mezclan el vendaval de la Historia que sacude la zona con las vidas de las personas que lo padecen, el corresponsal de Vocento en Jerusalén ofrece una visión alejada de los estereotipos de la región, a la vez que un retrato de la evolución de la profesión periodística en los últimos años.

«Este libro está escrito en presente y en primera persona, justo lo que no hago nunca en el periódico. Normalmente lo hacemos en tercera persona y en pasado, con lo cual, ahí rompes con tu estilo y con el género en el que más cómodo te sientes. Sin embargo, tenía esto pendiente desde hace mucho, recoger mi trayectoria en Oriente Medio, país por país, y a partir de una cobertura concreta, analizar la situación, también metiendo mucho de lo que no sale en el periódico: las dificultades de viajar, la importancia de nuestros ‘fixers’ y traductores, las dificultades logísticas…», explica en una entrevista a EL DIARIO VASCO.

Respecto a la inclusión o no en el libro de ‘batallitas’ asegura que ha intentado «huir de ellas. Es un género que no me interesa. Yo no soy muy peliculero, pero sí es verdad que nos pasan cosas en las que la realidad supera con mucho a la ficción. Tenemos vidas y afrontamos situaciones en muchas ocasiones límite. Soy una persona muy segurola. En el libro, el aspecto temporal es muy importante: salimos de Irán y vamos a Jerusalén, que es mi viaje personal y profesional. Y el género tampoco es el mismo porque he incluido muchísimas anotaciones que guardaba desde el año 2004. Los capítulos de Irán y de Líbano tienen un ritmo mucho más lento que en los capítulos finales. En cuanto a lo de la adrenalina, yo creo que Mikel Ayestaran ha roto un poco con el prototipo de ‘war correspondent’ que le gusta estar en los bares hasta las mil… Es todo lo contrario: yo tengo una vida superfamiliar, soy muy regular y, sobre todo, tengo que trabajar como una bestia para el periódico, para la tele, para las redes… Y ahora encima tenemos que escribir libros. Yo creo que rompo un poco con esa figura tan mitificada del corresponsal de guerra».