- Los galardones de TVR reconocieron el brillante recorrido de seis profesionales de la música, la literatura, el periodismo, la interpretación y el humor
- Mikel Erentxun, Beatriz Luengo, Lorenzo Silva, Cristina Pardo, José Sacristán y Joaquín Reyes fueron los premiados en una divertida gala
El éxito es algo subjetivo. Cada persona encuentra la satisfacción en logros diferentes y lo que a uno le puede parecer un gran paso para otro es sólo un pequeño avance. Sin embargo, las trayectorias no engañan. Son clara muestra del trabajo realizado, del esfuerzo por alcanzar una meta. Y eso fue lo que se premió durante los galardones ‘De Pura Cepa’ de TVR. Seis trayectorias de postín. Seis recorridos dignos de reconocimiento y de alabanza. Seis referentes en el mundo de la música, de la interpretación, de la literatura, del humor y del periodismo.
Y es que estos premios se caracterizan por su variedad. Presentada por Carlos Santamaría y Sandra Carmona, la gala tuvo un hilo conductor claro: el buen humor. Desde el principio hasta el final. Desde que el escritor Lorenzo Silva subió al escenario para recoger el primer galardón de la noche. Se da la circunstancia de que TVR cumple 20 años en este 2018, el mismo tiempo que hace que el creador de Bevilacqua y Chamorro llegó por vez primera a Logroño y, ante su sorpresa, una señora le llevó su libro para firmar. Desde entonces hasta ahora, la carrera de este literato, ganador del Premio Nadal y del Premio Planeta, ha dado un sinfín de obras maestras por las que se hizo merecedor de este premio.
Sonrisas repartió por doquier Cristina Pardo. La periodista llevó al Delicatto la personalidad que demuestra en la televisión, es decir, un humor divertido, pero no exento de una pizca de acidez. Disfrutó, de hecho, de un vídeo de sus ‘zascas’ más recordados y, además, quiso tener un recuerdo para reivindicar los derechos de las periodistas mayores. «Pienso que están mal tratadas en la televisión», expuso. Además, no se olvidó de su jefe, Antonio García Ferreras, ni de sus padres, quienes, según dijo, le han enseñado los dos sentidos que le han permitido llegar alto en esta profesión: «El del humor y el común».
Música y vino
Avanzó la gala y las risas no pararon. Y eso que el siguiente protagonista se declara un tímido empedernido. Una vergüenza que pierde, eso sí, cuando disfruta de una de sus grandes pasiones: el vino de Rioja. Porque Erentxun reconoció que le gusta esta comunidad autónoma. «Sólo falta que el Logroñés esté en Primera», sentenció justo antes de que lanzara un órdago al decir que, de contar con una guitarra en la sala, habría cantado alguna canción. «Lo he dicho porque sé que no hay ninguna», apuntó. Pero, ante su sorpresa, dicho instrumento apareció, al igual que una copa de vino. Así, pudo demostrar, a pesar de romper una de las cuerdas de la guitarra, las razones por las que fue premiado al entonar primero ‘Cien Gaviotas’ y ‘Esos ojos negros’, acompañado con las voces del público presente.
Y si el humor había aparecido hasta ese momento casi sin buscarlo, nadie dudaba ya que cuando Joaquín Reyes recogiera su premio todo el mundo iba a reírse. Y no se equivocaron. Natural de Albacete, reconoció entre bromas que el vino de Rioja «no está mal», recordó que en su espectáculo nombra a Logroño, que la hermana de Ernesto Sevilla vive en la región y que tanto él como muchos de sus compañeros de la ‘Hora Chanante’ salieron de la facultad de Bellas Artes de Cuenca. Todo ese camino lo aderezó con chascarrillos y menciones a personajes como Enjuto Mojamuto.
Las risas se convirtieron en ternura cuando le llegó el turno a Beatriz Luengo. La cantante, bailarina, actriz y compositora, entre otros oficios, desprende sensibilidad cuando habla y cuando canta. No dudó en afirmar que el éxito es aquello que se va a aprendiendo por el camino y no se olvidó de su hijo, a quien le dedicó su canción ‘Más que suerte’, que interpretó en Logroño para deleite de sus seguidores. Además, a estos les regaló una primicia. En su próximo disco, que se publicará en mayo, tiene una colaboración con el «maestro» Alejandro Sanz.
Y para el final, quedó el premio para otro maestro, en este caso, de la escena. A sus 80 años y más de 60 dedicándose al oficio de actor, José Sacristán sigue en plena forma. Y no sólo física. También maneja la palabra a su antojo y aseguró que este ‘De Pura Cepa’ le lleva a su niñez. A sus inicios. A su juventud. A cuando se ponía las plumas de las gallinas en Chinchón para hacerle creer a su abuela que era un comanche. Calificó el arte de contar historias como algo «maravilloso y al mismo tiempo accidentado» y se congratuló de mantener la misma ilusión por su oficio que cuando era un niño. «No en vano, llevo más de sesenta años ganándome la vida jugando», concluyó.
Y, como el humor había sido clave en la gala durante toda la noche, Sacristán no quiso despedirse sin recordar su pasado en los musicales y pedir un piano de cola, tal y como había hecho antes Erentxun con la guitarra. Esa broma desató las últimas carcajadas y los últimos aplausos de una entrega de premios que se prolongó en el Delicatto con un ágape regado con los vinos de Finca Valpiedra.
Fue el mejor final posible para una noche dedicada a reconocer recorridos, para honrar el trabajo y el esfuerzo y para sonreír sin parar. Esas trayectorias son dignas, como se demostró ayer, de los premios ‘De Pura Cepa’. Porque sus receptores son también profesionales ‘De Pura Cepa’.