Cientos, casi un millar de corredores, disfrutaron del deporte, de la fiesta del deporte, en la fachada marítima de Santander. Convertidos en protagonistas. También en público, quien así quisiera, pero en protagonistas en muchos casos de la Carrera Popular de El Diario Montañés, que volvió a teñir de azul el centro de la ciudad. Se podría decir que un clásico de la cita comoDiegoCuadrado, el primero en llegar en los dos y en los diez kilómetros, fue uno de los grandes protagonistas.Y así es.Pero por encima de todo lo fueron los populares, las miles de personas que ya fuera corriendo, como acompañantes, como público o de cualquier otro modo disfrutaron, aunque fuera por un solo momento, de una carrera planteada como fiesta. Sin competición de por medio en esta octava edición.
La mañana había amanecido perfecta para el deporte. Buena temperatura, nada de lluvia y un cielo algo nublado que lejos de afear el día impedía que el sol molestara demasiado a los corredores –luego el asunto cambiaría y el calor castigaría a los atletas–. Con una importante presencia de populares, abrumadora mayoría en una convocatoria no competitiva en la que, eso sí, los federados marcaron otro ritmo, como procede en estas ocasiones. Así transcurrió la Carrera Popular de El Diario Montañés en sus tres distancias. La primera fue la más asequible para todos; incluso por el tiempo. En la larga, el calor, la distancia y la cuesta del Gas hicieron todo algo más duro. Por eso estaba reservada a los más preparados. De ahí las tres distancias, accesibles para todos los públicos.
Ya desde primera hora de la mañana el bullicio se dejaba notar en la Porticada. Corredores, acompañantes, familias, niños y mayores. De todo en una fiesta del deporte. Para algunos, porque son auténticos veteranos de las ocho ediciones. Otros se estrenaban y unos cuantos, como Diego Cuadrado, acuden habitualmente como parte de su preparación. Y aunque este año no había podio ni era competitiva, fue el primero en completar el circuito.
En total cerca de mil personas disfrutaron del deporte en pleno centro de Santander, bordeando la fachada marítima en una mañana en la cita en la que los atletas se repartieron entre todas las distancias. 340 deportistas tomaron parte en los dos kilómetros tras producirse alguna baja respecto a los 373 inscritos inicialmente. Lo mismo ocurrió en los cinco kilómetros, en los que finalmente salieron 297 dorsales de los 322 inscritos en un principio. En la distancia reina, pero también la más exigente y que siempre se recomienda solo para personas ya entrenadas y acostumbradas a correr, la de los diez kilómetros, fueron 283 los atletas que tomaron la salida de los 303 inscritos. El buen tiempo había contribuido a que algunos rezagados se unieran, casi como una compensación por un principio de semana en el que las fuertes lluvias amenazaron con disuadir a algunos a inscribirse.Al final, un éxito de convocatoria.
Así fue como, a imagen de otros años, desde que en 2012 se puso en marcha la iniciativa, atletas federados y multitud de aficionados volvieron a compartir espacio en una fiesta deportiva sin carácter competitivo que busca, sobre todo, promocionar el deporte y formas de vida saludables.
Calentar bien, clave
Para dar un poco más de color a la convocatoria fue la alcaldesa de Santander, Gema Igual, la encargada de dar el pistoletazo de salida al evento. Diego Cuadrado fue pronto a lo suyo en una carrera en la que llegar antes era lo de menos y en la que familias al completo pudieron compartir asfalto entre la Porticada y el Palacio de Festivales. De hecho, antes de iniciar la marcha todos los corredores habían tenido la oportunidad de participar en una sesión de calentamiento dirigida. Una propuesta también habitual en la Popular de El Diario que, al margen del evidente contenido lúdico, tiene por objetivo prevenir lesiones y que los participantes disfruten al máximo de la jornada al tiempo que se enseñan las formas más elementales de ponerse a tono para tomar parte en la prueba.
Poco importaba después que una vez comenzada la carrera la velocidad del pelotón de cabeza contrastara con el paso de los más rezagados, de aquellos que salían sin prisa, los más veteranos y quienes participaban, como ocurre todos los años, con carritos de bebé, demostrando que, adaptado a cada característica, no hay límite de edad para hacer deporte. Que la fiesta y la camaradería primaban sobre los resultados lo demostraron poco después, ya sobre la línea de llegada de los 2K, Sofía Morales y Laura San José, las dos primeras mujeres en concluir el trazado, que lo hicieron esprintar.Muy al contrario, atravesaron la línea de la mano, sin luchar por una simbólica victoria. De hecho, muchos amigos y familias marchaban en grupeta, al mismo ritmo, con un sencillo objetivo: llegar, como procedía en la fiesta que era.
Acto seguido se ponían en marcha las carreras de cinco y diez kilómetros, también con salida y llegada frente a la Delegación de Gobierno y celebradas simultáneamente.La diferencia, las dos vueltas que se daba al circuito en la de diez kilómetros. Esta era una de las novedades del trazado respecto al de 2017 y 2018 (las dos ediciones en las que se había completado la distancia de 10K, la última en incorporarse al programa), porque en esta ocasión se optó por no pasar por la Península de La Magdalena.
Diego Cuadrado fue de nuevo el primero en cruzar la línea de meta en la distancia larga, aunque de nuevo aquello no tenía mayor importancia, más allá de lo anecdótico y simbólico.Y de demostrar, de paso, la buena preparación de un atleta que es ya un clásico de esta popular de otoño.
Sobre el horario previsto
Con puntualidad británica había arrancado la carrera de dos kilómetros y del mismo modo lo hizo el plato fuere de la mañana. El aumento de distancia no hizo decaer la fiesta en el Paseo Pereda. Y es que, pese a tener que recorrer cinco kilómetros, los 297 corredores, expertos y menos expertos, tomaron la salida con la vista puesta en mejorar marca. Atletas profesionales y niños del brazo de sus padres compartían un recorrido en el que la Cuesta del Gas imponía respeto a todos.
Desde las primeras zancadas Víctor Gutiérrez tomó la delantera de una marea azul. El primer tramo, llano y recto, dio paso a un puerto de primera categoría para muchos en el que, esta vez sí el sol hizo algo de mella. Apretaba más en la subida, decían algunos, lo hacía más en la bajada, señalaban otros, aunque lo que realmente pesaba era el desnivel de una Cuesta del Gas que es a las carreras populares de Santander –para los atletas aficionados– lo que el Tourmalet para los ciclistas. Tan querida como odiada.
El paso de los kilómetros fue separando a Gutiérrez del resto de competidores. El atleta de Bezana, subcampeón de España sub23, no tuvo rival –tampoco ese era el planteamiento– y llegó antes de José Antonio Anievas y Ricardo Lanza. Entre las mujeres, Juani Alcade, fue la primera en aparecer; antes que a Ana Moreno. Tras ellas, un reguero de corredores que fue cruzando la llegada con la satisfacción del deber cumplido, bien fuera bajar tiempo o simplemente disfrutar de una mañana atlética en familia o entre amigos. O con uno mismo.
Simultáneamente se había dado la salida a la última carrera de la jornada, que arrancaba ya con otra buena noticia: récord de corredores. En total 283 atletas que afrontaron un recorrido con dos vueltas al circuito de cinco kilómetros. La cifra es muy significativa dada la exigencia de un trazado que acumulaba ya una distancia considerable con la doble subida, además a la Cuesta del Gas.Donde, por cierto, el giro estaba algo más lejos que en las dos ediciones posteriores, aumentando así ligeramente el esfuerzo y el reto que debían afrontar unos corredores, en este último caso, más preparados. También había populares decididos a afrontar el desafío sin prisa. Literalmente. Como una forma de superación personal pero sin correr ningún riesgo.
Estos populares convivían y mezclaban sus colores con los de las camisetas de los clubes, los atletas federados, ellos sí, con un ritmo bastante exigente. El que corresponde a un corredor competitivo, aunque la convocatoria en sí misma, sin clasificaciones, no lo fuera. La fiesta popular dejaba paso así en cierto modo –aunque los aficionados seguían siendo mayoría y protagonistas– a los profesionales, a lo más entrenados. Entre los que destacaba un Diego Cuadrado que con las dos victorias simbólicas de este año podría señalarse que ha ganado en once ocasiones la competición en varias modalidades.
El santanderino se destacó de salida en busca de un ritmo que solo él sabía mantener, cimentado sobre todo en un ritmo sostenido que le permitió cruzar la meta en poco menos de treinta minutos. Pese a la dificultad de la carrera, con dos subidas a la Cuesta del Gas, entre los casi 300 atletas había valientes que aceptaron el reto de llegar al final. El calor comenzaba a apretar, aunque el momento de mayor dificultad para todos llegó con la segunda subida, no apta para piernas temblorosas. No obstante, los atletas supieron sufrir y superaron el obstáculo.
Con su amplia zancada y después de su primera toma de contacto con la prueba en la carrera de dos kilómetros, Cuadrado completó el circuito antes que Santiago Carral y de Mario Vázquez, quienes fueron capaces de seguir su estela hasta el tramo final. Natalia Bustamante fue la primera mujer en completar el recorrido.
Calor y zapatillas
Y así, con tanto calor como el que no hizo a primera hora de la mañana, se puso el punto final a una carrera que, como iba a ocurrir al otro extremo de la ciudad, en concreto en SanRomán con el primer derbi cántabro en la máxima categoría del rugby, prometía tener un tercer tiempo.Lo que procede en una mañana de domingo.
Cientos de espectadores ocuparon las aceras para animar a los valientes que se vistieron de corto. A esos padres que corrían de la mano de sus hijos pequeños, a esas madres que lo hacían arrastrando un carrito. A esos veteranos que no se les pone nada por delante y que sean dos, cinco o diez los kilómetros se calzan las playeras para seguir manteniendo viva su afición. A esas mujeres embarazadas que saltaron al asfalto pese al peso extra o las familias que cruzaron la línea de meta de la mano.
Todos ellos tuvieron su premio en forma de café, refresco o fruta, surtidos por la organización, y que fueron un trofeo dentro de una carrera en la que el mayor reto era el disfrute. «He bajado tiempo», le decía uno a su amigo. «Yo he llegado», respondía el otro. Y es que el tercer tiempo, además de un refrigerio, también consiste en comentar los avatares del recorrido, el mejor momento, los tiempos de crisis y ese sprint que uno quería hacer al acercarse el final y que la cuesta, la maldita cuesta, no le ha permitido cumplir. Todo entre risas, abrazos y felicitaciones, eso sí. Porque todos han disfrutado, que para eso era una fiesta, de una prueba que además se esfuerza más aun, año tras año, en esa vertiente popular. En esa que es su verdadera filosofía.