Vicente del Bosque ha puesto el broche de oro a los actos conmemorativos del 90 aniversario de ABC de Sevilla con un coloquio con el periodista y director general de Comunicación de Vocento, Óscar Campillo. El exfutbolista, extrenador del Real Madrid y de la Selección Española mostró su sencillez pese a haberlo ganado todo en el fútbol. Del Bosque abandera los valores humanos por encima de los éxitos deportivos y dejó una frase que bien le define: «Hay que ser moderado en las victorias y no caer en el dramatismo en las derrotas». Ésa es, según el seleccionador que ganó el Mundial de 2010 y la Eurocopa de 2012, «la mejor lección» que ha aprendido en el fútbol.
Durante la charla, celebrada en el salón de actos de ABC de Sevilla, Del Bosque repasó su carrera profesional y analizó momentos épicos como la final de Johannesburgo y el gol de Iniesta en el minuto 116: «Veo las imágenes del banquillo celebrándolo y aparezco con los puños en alto… pienso que me excedí», afirmó, entre las risas de los asistentes. El salmantino recordó la charla que tuvo con los jugadores minutos antes de empezar el partido. «Que Jesús (Navas) me corrija si no fue así —dijo, interpelando al jugador sevillista, que se encontraba en el acto—. Hablamos de que éramos unos románticos del fútbol, unos privilegiados que íbamos a vivir algo que otras generaciones no habían podido hacer y que pensáramos en los niños y en las personas que estaban ilusionadas. No éramos unos españoles que íbamos a luchar contra nadie ni a defender nuestra patria. Si perdíamos, no pasaba nada, porque delante teníamos un equipo con Snejder, Robben y un lateral izquierdo de nombre impronunciable». Porque, para Del Bosque, «quien no admita la derrota no debe estar en este mundo del fútbol».
El exseleccionador español hizo balance de su carrera, en la que «ha habido tiempo para ganar y para perder», pero sobre todo, para «intentar cumplir con un mínimo de compromiso social, sobre todos aquellos que estábamos en un escaparate permanente». «El fútbol español tiene ciento y pico de años de historia y sólo ha jugado una final de un mundial y sólo ha podido ganarlo una vez. Algo se ha hecho bien en los clubes y en la Selección y había también que tener esa pizca de suerte», señaló.
Pese a ello, el hombre que llevó a España a ganar la Copa del Mundo de 2010 destacó «la importancia del fútbol en la sociedad actual, algo universal que los que estamos dentro debemos saber trasladar». Un ejemplo es el comportamiento de los jugadores de Japón en el Mundial de Rusia: «Iban ganando 2-0 y acabaron perdiendo 2-3. Se fueron para el vestuario, lo adecentaron y lo dejaron limpio como una patena. Y a tomar por saco… Ahora quieren que llores, como cuando volvimos de perder en el Mundial de Brasil y decían que habíamos salido por otra puerta…».
«Ni me exhibo ni me escondo»
Campillo condujo la conversación hacia esa difícil línea en la que se mueven los entrenadores, sobre si hay que dejarle el protagonismo a los jugadores. El exentrenador fue claro: «Ni me exhibo ni me escondo». «La realidad —añadió— es que los que juegan son ellos. Cuando me dieron el título de marqués, Casillas le dijo al Rey: ‘Majestad, ¿por qué no nos han hecho a todos marqueses?’. Era verdad, se nos concede a los entrenadores».
El director general de Comunicación de Vocento le preguntó que, después de haber ganado tanto como futbolista y como entrenador (siete ligas y dos Ligas de Campeones con el Real Madrid y un Mundial y una Eurocopa con España), cómo es posible seguir siendo tan campechano. Fue entonces cuando Del Bosque hizo un repaso a la que ha sido su vida. «Todo lo que sucede, conviene. Piensas que vas a estar toda la vida como entrenador formativo y aficionado (en referencia a su etapa en la cantera del Madrid). Yo estaba encantado con eso, me sentía útil, que es como debe sentirse cualquier empleado en su empresa. Pero fíjate los vaivenes, que nos pusieron en el escaparate. Yo siempre intento acordarme de aquellos años».
Se considera «un chaval de provincia» que empezó una aventura de 17 años en el Real Madrid, que no pensaba nunca que llegaría a ser futbolista profesional y que soy un privilegiado por haber estado antos años en el fútbol. He tenido dos jubilaciones: una como jugador y otra como entrenador. Entré de botones, como quien dice, y he sido un hombre de una sola empresa: 36 años».
Su forma de ser se la achaca a sus padres y a sus referentes en la profesión. A sus progenitores, porque formaron parte de «una generación muy dura. Vivieron una posguerra dura en Castilla, imagino que también en Andalucía, y el mejor ejemplo es que nunca trataron de imbuirnos con cosas que podían perturbarnos». Llegó de Salamanca a Madrid siendo un adolescente y allí se encontró con gente «que no buscaba dinero ni fama». Entran aquí dos de sus referentes: Santiago Bernabéu y Luis Molowny. El primero «tenía carisma y personalidad, nos transmitió una forma de ser. Yo llegué en el 68 y él murió en el 78, diez años después, durante el Mundial de Argentina». Su otro «liderazgo moral» lo aprendió del antiguo secretario técnico madridista: «Un hombre discreto, mesurado, austero… pensaba más en el club que en su propia familia».
Anécdotas
Tanto Óscar Campillo como el presentador de la charla, el jefe de deportes de ABC Roberto Arrocha, contaron anécdotas vividas con el exseleccionador que mostraban esa misma personalidad. Arrocha recordó el verano de 1988 cuando, un día de su cumpleaños, el Castilla fue invitado a un torneo en Lanzarote. Del Bosque, que sabía que había un niño esperándole, fue a buscarle y charló durante varios minutos interesándose por su vida. Le firmó un autógrafo que el propio Arrocha sacó ayer para mostrarlo a los asistentes. Le llamó «majo», algo que nunca había escuchado el canario, un adjetivo que, según el periodista, definía claramente al exseleccionador, que le atendió con su número personal durante los años de entrenador del Madrid.
La anécdota que contó Campillo ocurrió en una entrega de premios. A Del Bosque le dieron un aparatoso galardón y él se acercó a sostenérselo mientras ofrecía las palabras de agradecimiento. Su respuesta fue: «El hijo del pobre no necesita criado».
Así terminó un coloquio en el que Vicente del Bosque tuvo tiempo para tratar temas de actualidad como el conflicto catalán que obligó a aplazar el clásico entre el Barcelona y el Madrid, que se jugará el próximo día 18. En su opinión, «yo no hubiera suspendido el primer partido, con todas las consecuencias» ya que, según considera, «les hemos dado una oportunidad de prepararse más», en relación a los radicales que planean protestas y distintas acciones la próxima semana. Para Del Bosque, que confía en que «ojalá salga bien», «si algo puede unir esas diferencias es el fútbol, que ayuda a mejorar la convivencia».