Quizás los símbolos son lo que son porque son capaces de resistir el paso de los años convertidos en los notarios callados pero perennes de realidades cercanas y familiares que poco a poco van construyendo la identidad personal y también la colectiva. Y sobre todo porque crean lazos invisibles que terminan por unir a varias generaciones bajo el paraguas de lo nuestro. En Málaga existe ese símbolo a medio camino entre el mar y la tierra, y es la Farola, que en los últimos 200 años ha iluminado, en sentido literal, la extraordinaria transformación de a ciudad y, con ella, la de sus habitantes.

Y es este símbolo el hilo conductor del nuevo coleccionable de SUR que bajo el títuloVisiones desde la Farola’ rescata el imponente legado visual que tiene como protagonista a este edificio pero también a todo lo demás: a los personajes, al nacimiento de los barrios, a la vida que late en el Puerto o, en fin, a la construcción de las grandes infraestructuras que se han convertido en el trampolín para que Málaga salte al siglo XXI sin renunciar a su pasado.

Este extraordinario ejercicio de revisión que coincide con el bicentenario de la Farola se ha traducido en una obra que desde este domingo estará a disposición de todos los lectores de SUR y que fue presentada ayer en el Instituto de Estudios Portuarios de la mano de sus impulsores y patrocinadores, en este caso Cervezas Victoria y el Puerto de Málaga con la colaboración del Centro Tecnológico de la Imagen (CTI), perteneciente a la UMA. Con ellos, el autor de la colección, el doctor en Historia y fotohistoriador Javier Ramírez, un apasionado de la historia visual de Málaga que además ha convertido el resumen de estos 200 años en un estimulante recorrido por una Málaga no siempre conocida y ahora descubierta a la luz de la Farola. Lo hace, además, con el soporte de los mejores archivos fotográficos públicos y privados, que incluso en algunos casos suman su legado por primera vez a este proyecto común: por las más de 250 páginas de esta obra desfilarán documentos del Centro Tecnológico de la Imagen (CTI) de la UMA, pero también del Ayuntamiento, del Thyssen y del Prado, del legado de Díaz de Escovar, de las colecciones de Fernández Rivero, Ruiz Salinas, Emilio Morales, familia Lamothe y un largo etcétera.

‘Visiones desde la Farola’

La colección Más de 250 páginas, distribuidas en 69 fascículos

Entregas El domingo día 8 de octubre es la primera entrega (fascículo 1 y 4 gratuito, y carpeta 1,50 euros por gastos de manipulación) previa reserva en el punto de venta

Autor El coleccionable es obra del fotohistoriador Javier Ramírez, con el patrocinio de Cervezas Victoria y el Puerto de Málaga y la colaboración del Centro Tecnológico de la Imagen (CTI, UMA)

«La Farola es el Puerto, es la razón de la ciudad: ahí se explica el amor que tienen los malagueños por este edifico que gustamos todos», defendió Ramírez poco antes de comenzar a repasar algunas de las imágenes (muchas inéditas) incluidas en esta colección. Porque la Farola es un símbolo que se reproduce de manera constante, quizás porque tiene la peculiaridad de que «es un enclave que no sólo se ve desde el mar, sino también desde todos los puntos de tierra adentro». Y eso, a juicio de Ramírez, la ha convertido en esa especie de reloj que avanza a medida que lo hace la ciudad: la Farola como testigo de las barcazas que en los primeros compases del puerto trasladaban a los pasajeros a los buques atracados, la Farola como escenario lateral de la incipiente industria que se desarrolló en la Malagueta como respuesta al desarrollo fabril de la costa occidental con la industria textil y de la caña de azúcar, la Farola en mil y una estampas en las que discute el protagonismo a otros símbolos como la Catedral, Gibralfaro o la Aduana; la Farola como víctima colateral de la Guerra Civil y la II Guerra Mundial y pintada de gris para evitar ataques… y sobre todo la Farola como única en su género, porque todos los demás faros del mundo son eso, faros. Y la nuestra es ella.

«¿Por qué se llama Farola?», se preguntaba el especialista para aportar de inmediato la respuesta: «Se pensaba que la Farola había adquirido ese nombre cuando años después de ser construida se añadió una edificación alrededor a modo de falda, pero el hecho es que incluso antes de eso los malagueños ya la conocían en femenino: la razón está en que durante un siglo entero existió en ese mismo espacio una linterna que cumplía con esa función y que diseñó en el año 1717 el ingeniero francés Bartolomé Thurus», explicó Ramírez, quien adjudica el cambio por ‘La Farola’ a una especie de ‘efecto contagio’.

En este escenario, y desde que en 1817 este símbolo tomara el testigo de aquel otro ingenio del siglo XVIII, la Farola ha sido la protagonista imprescindible de la vida de la ciudad y de un anecdotario que el fotohistoriador rescataba ayer para delicia de los presentes: «Como la Farola también se veía desde la tierra, en el año 36 un grupo de vecinos de Alozaina, inducidos por la idea de que en Málaga se podía implantar una República Comunista Soviética se subieron una noche en un cerro cercano de la capital a esperar a que la luz de la Farola se apagara porque eso querría decir que la república había llegado. Evidentemente, eso no ocurrió», desveló Ramírez para luego recordar que ese haz de luz aún acompaña hoy a los malagueños.

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También rescataba el especialista otras imágenes que dan la idea del extraordinario salto de la ciudad en las últimas décadas y que en ocasiones invitan a la reflexión, como el caso de la imagen panorámica con la Farola al fondo y en la que se aprecia una hilera de chabolas en lo que hoy todos conocemos como el paseo marítimo de Antonio Machado. «Y eso no ocurrió hace mucho… Hablamos de los 70», avanzaba. O esa otra fotografía área mucho más reciente que permite concluir que «cada vez que el Puerto se mueve, la ciudad se mueve con él»: así se aprecia en esa visión de principios de 2010 del muelle en plena construcción del Palmeral de las Sorpresas y en un plano cercano «la Aduana vacía como un cascarón y transformándose en el gran museo que hoy disfrutamos».

La importancia de este cambio en la perspectiva, en la forma de mirar las cosas, es precisamente uno de los puntos fuertes de este nuevo coleccionable. Así lo destacó por su parte el presidente de la Autoridad Portuaria, Paulino Plata, quien además quiso dejar una reflexión con mensaje al finalizar el acto: «Mirar con esa inteligencia y talento nuestro pasado es mejor que hacerlo con añoranza, porque las cosas en la ciudad han cambiado mucho y lo seguirán haciendo».

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En esa misma línea, el director de SUR, Manuel Castillo, se refirió a unas declaraciones recientes del arquitecto Norman Foster para destacar que «en cada época los cambios han horrorizado a unos pero han estimulado a otros», e insistió además en la importancia de apostar por iniciativas como ‘Visiones desde la Farola’ porque «quedarán como legado a los malagueños que vendrán detrás de nosotros».

Por último, el responsable de Trade Marketing de Cervezas Victoria, Sergio Ragel, confirió a la Farola ese carácter compartido de «malagueña y exquisita» y celebraba la oportunidad de conmemorar con este coleccionable un «icono centenario con el que todos los malagueños hemos tenido alguna que otra anécdota». Ahí está precisamente el carácter de esta Farola que ahora se celebra: que es de todos. Y desde este domingo, un poco más.